miércoles, 30 de noviembre de 2011

Entre aguaceros...

Entre aguaceros y mi perrito hermoso  (que trata de llamarme la atención y no me deja escribir) hoy la tarea me vuelve a parecer especialmente difícil.
En principio creo que la lluvia me pone nostálgica, sentimientos que no son buenos para arrancar por lo menos esta columna de hoy.
Seguramente, en otro tipo de ejercicios literarios sería de mucha utilidad, pero para estás crónicas semanales, una mente más clara y despejada podría ser mejor herramienta.
Dante – que así se llama el labrador negro azabache, que nos alegra los días desde hace algunos meses- con su dinámica actividad me recuerda que puedo conseguir inspiración en la lluvia, así como él, mojado, emparamado, llega del patio saltando contento.
Yo mientras lo observo y veo además en la televisión más noticias sobre la lluvia. Dante trata de distraerme, pero las nuevas o mismas alarmante informaciones me concentran en los sucesos, que día tras día, aguacero tras aguacero, traen como consecuencia más damnificados, más pérdidas.
Y así mi mente divaga, hacia otras informaciones, otras no tan nuevas cifras de crímenes cometidos allá en mi querida Caracas, donde la lluvia también tiene a la gente en ascuas. Donde cada día de lluvia es un terror en sus cerros poblados de un número cada vez mayor de personas en la más absoluta pobreza, donde apenas tienen ese techo, construido con precarios materiales en un aun más precario e inestable suelo.
Esta gente, mis compatriotas, no son nuevos vecinos de estas movedizas tierras, muchos ya han pasado por varias pérdidas de casas, cosas y sobre todo familia, amigos, producto de las lluvias, de la desidia y de las promesas jamás cumplidas.
Hoy muchos de ellos tienen años viviendo en refugios. Si años, no días, no una temporada. Años de esos que cuentan varias docenas de meses.
Y mientras sigo oyendo la lluvia e imaginando los arroyos que atacan las calles de la hermosa Barranquilla, Dante juega con las ya interminables gotas feliz y los niños de Caracas, si hoy está lloviendo, temen escondidos o aferrados a las faldas de su mamá, que cuando la lluvia pase, no tengan un techo, que aunque con muchas goteras, era al menos algo sobre sus cabezas algo donde guarecerse, pensando que van a hacer para cuando venga  el próximo torrencial... Porque de las promesas, solamente les queda la esperanza

martes, 22 de noviembre de 2011

Leyes para leyes

Ciertamente uno se pone cansón cuando semana tras semana, habla casi de los mismos temas.  Los absurdos de la economía venezolana, la inseguridad, la inflación y demás problemas que vienen afectando la vida del venezolano.
Pareciera que no hay mas asuntos, pero la verdad es que cuando estos flagelos se agitan sobre cada cabeza de mis compatriotas, de mi familia, pido excusas, pero serán los temas a tratar, hasta que en algún momento en el recorrido de este camino torcido podamos recobrar el rumbo hacia el progreso y  el crecimiento.
Y es que cada día pareciera que el declive incluso es de ley, escritas y refrendadas por un grupúsculo, que bajo la excusa de implementar un régimen comunista (disfrazado bajo el lema de Socialismo del Siglo XXI) pretenden convertir lo que era un país - que reconozco con muchos errores en su conducción política- en una hacienda de propiedad exclusiva de su líder.
Por eso hoy cuando escribo esto quisiera citar a unos de esos geniales anónimos de Twitter cuando y a propósito de la nueva Ley de Costos y Precios Justos y la ya muy comentada Ley de Arrendamiento Inmobiliario  comentaba: “No me pidan tolerancia para quien se inventa leyes para poder desconocer las leyes que me protegen” Francisco @protologo.
Y es así que en Venezuela se crean leyes para neutralizar leyes, se inventan regulaciones para neutralizar incluso a la Constitución.
 Y no solo pasa en el ámbito político general. Pasa incluso en el ámbito penal donde cada denuncia por parte de cualquier persona líder o no, medio de comunicación, periodista o persona natural, hacía cualquiera que esté vinculado al régimen, es indefectiblemente contestada con una denuncia similar pero hecha hacia el denunciante opositor.
En esta constante mi país sigue en retroceso, con una inflación y escases que pretenden subsanar con controles absurdos. Con tribunales de justicia a arrodillados ante el régimen y su figura idolatrada, con funcionarios a los que cada día se les denuncia por distintos actos de corrupción.
Y ahora con un presidente que a pesar de su enfermedad anuncia que se quedará gobernando hasta el 2031.
Esperemos que ciertamente no crea que es inmortal y siga prometiendo perpetuarse asi sea como ánima en pena, como cabeza del gobierno

lunes, 14 de noviembre de 2011

Reunidos en el Exilio

Encontrarse con unos compatriotas en el exilio, voluntario o no, resulta siempre una experiencia contradictoria.
Por una parte la alegría de compartir con gente de tus mismas costumbres, tu mismo acento, casi las mismas expresiones para nombrar las mas usuales e inusuales cosas, como ciertas experiencias similares de cómo y por qué abandonaste tu país en busca de – y aquí empiezan a variar las historias- mejores oportunidades, seguridad para ti y tu familia, huyendo de un régimen que te persigue y largos etcéteras, porque cada quien le pone nombre a su necesidad.
 Les cuento esto porque asistí en calidad de mirona (no de espectadora, ni de público, porque para esto hay que tener algún conocimiento) a un torneo de Golf en un club en las afueras de Bogotá.
La invitación la hacía un grupo llamado Corporación Venecos, a la que pertenecen varios amigos por supuesto venezolanos, radicados en Bogotá.
El encuentro resultó agradable, lleno de compañerismo, remembranzas, reencuentros, degustación de típicos platos de la gastronomía venezolana, empezando por el tan añorado casabe, aderezados por esos sentimientos que ocurren cuando un grupo de personas, con historias bastante comunes se reúnen en un mismo sitio
Pero creo que en el fondo lo mas significativo de todos las emociones fue la sensación de un país que por primera vez en la historia debe experimentar lo que es la emigración, hacerse de un nuevo país como suyo, acostumbrarse a sus costumbres, integrarse a su cultura por mas parecida que esta sea a la nuestra. Estudiar su historia por mas común que esta nos sea. Aprender su idioma, aunque sea el castellano común de nuestra América Latina, porque no hay mas diferencias que en el propio lenguaje coloquial de nuestros pueblos (aunque hablemos el mismo idioma a veces no nos entendemos)
Es ahí cuando empezamos a extrañar, y no porque no nos hayan recibido con las manos abiertas y como muchos de mis nuevos amigos venecos me comentan, con las ansias de la experiencia vivida, para aprovecharla e incorporarla y hacerla un elemento mas de este desarrollo que está viviendo nuestra casa de acogida, sino por la tristeza de lo que fuimos en un país de pujanza, de avance, que se dejo vencer y cegar por unas promesas escritas en un bloque de hielo, vociferadas como máximas que se llevó el viento en manos de un manipulador de emociones, que persigue convertir a una Venezuela grande en un país empequeñecido y cabizbajo.
Pero tenga la  seguridad, usted e ahora dirige el gobierno y los destinos de mi país,  que desde dentro o fuera del territorio nacional, cada venezolano pensante y consciente no va a seguir permitiendo que eso ocurra, porque lucharemos con las armas de la justicia y la ley para recuperar el país grande y de todos que siempre fuimos

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Los Pantalones de Roland



Hace unas semanas  mi muy admirado periodista venezolano Roland Carreño me hizo la distinción de preparar un reportaje en la publicación que dirige en Venezuela, a propósito de cumplirse este mes el XXX aniversario de mi coronación como Miss Mundo.
Para poder llevar a cabo esta empresa acudimos a la exquisita diseñadora barranquillera Claudia Sabogal, quién tuvo el tino de encomendar la fotos que lo acompañan a Emilio Yidi y yo no dudé e pedir auxilio -a quien me ha recibido como una mas de la casa- el gran estilista también barranquillero Ricardo Londoño y su profesional equipo en Capello.
Con esta terna de artistas nada podía salía mal. El resultado fue un trabajo de tan alta calidad que recibió los mejores elogios de todo el equipo de reporteros, diseñadores, redactores y demás equipo de la famosa revista venezolana y por supuesto de su director, quien agradecido llamó personalmente a Claudia para felicitarla por sus vestidos y agradecerle toda la ayuda.
En reciprocidad, mi querida amiga, aprovechando un viaje mío a Venezuela y para demostrar su versatilidad, diseña y fabrica especialmente para Roland dos pantalones de exquisito casimir y que yo con gusto me encargué de ser la mensajera.
A mi llegada Caracas, me comuniqué con el destinatario del obsequio quien y por sus múltiples compromisos, me prometió enviarme un motorizado hasta donde yo me encontraba (muy ocupada también).
Pasados unos días y en vista de que no pudimos coordinar la entrega acudo a mi siempre fiel amiga y asistente en mi país y le pido hacerse cargo, siendo que ya yo debía partir de regreso a Barranquilla.
Ella fiel a su compromiso y con bolsa en mano un par de días luego de mi partida se dispone a cumplir con la comisión y parte de su casa para hacer varias diligencias pendientes además de entregar la encomienda.
Montada en el “por puesto” ( o buseta) Lourdes ( así se llama mi asistente) ya ha logrado sortear la mitad de la distancia que la separa primero del banco (que según su agenda era lo mas urgente para resolver) a través del fuerte tráfico caraqueño, cuando en una de las consecuentes paradas se montan en el vehículo de transporte dos individuos, que con pistola en mano, cara muy descubierta y sin mayores escándalos como si todos, malandros y pasajeros, estuvieran acostumbrados, exigen  la entrega de todo lo que de valor pudieran portar, no encontrando mejor recolector que la bolsa de los pantalones de Roland.
Y así, con pantalones de exquisito casimir italiano, celulares, dinero en efectivo y algunos relojes, se bajaron felices los asaltantes en la siguiente parada y el vehículo siguió su marcha, lleno de impávidas y resignadas caras, con algunos murmullos de protesta pero inútiles ante el consumado hecho.
 Esto amigos es el pan nuestro de cada día en la calle, en vehículos públicos o en el carro propio.
La inseguridad no solo roba pantalones, relojes o dinero, se ha robado la tranquilidad y la confianza de un pueblo noble que no se merece este destino.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Preparando viaje


Tratando de comenzar este escrito que hoy comparto con ustedes, mi mente se regresa a apenas un par de semanas atrás, no solo por el ya comentado episodio del amortiguador, sino por una conversación que antes de partir a Caracas tuve con mi querida cuñada, quien me recibiría en su casa, donde también está viviendo mi hijo mayor.
Por esos días y en preparación para el viaje recibo una llamada, un martes ó miércoles, desde Venezuela. Era ella quien para mi sorpresa me llamaba (generalmente lo hacemos los fines de semana).
La conversación fue algo así:
Ella: Hola cuña, cómo estás, como esta mi hermano y mis sobrinos…
Yo: todos bien, echando pa’lante
Ella: Que bueno. Oye, dame tu itinerario otra vez para saber cuando llegas, es el sábado o Domingo
Yo: El domingo, pero mejor te lo vuelo a enviar por correo
Ella: por cierto trae café… yo se que tú no puedes funcionar sin tu café...
Yo: Chévere llevo cafecito colombiano para momentos especiales
Ella: y para el diario, jajajaja, es que aquí no hay
Yo: NO TIENES CAFÉ (en mayúsculas porque creo que levanté un poco la voz)
Ella: Ni café, ni aceite, está difícil el queso y a veces se desaparece la carne
Yo: de todo eso te llevo café, lo demás o se bota en la maleta o no lo podré pasar… jajajaja (me río no queda de otra)
Ella: Tu hijo que por cierto no olvides traer tu laptop, que la de él sigue dañada y en el servicio técnico no pueden hacer nada, no hay partes electrónicas, prácticamente le dijeron que cambiara la máquina
Yo: pero bueno y que es lo que se puede reparar en Carcas ahora? Ni el carro ni el computador?
Ella: Ni la nevera, el motor y qué está malo y tenemos semanas esperando a que lo traiga el técnico.
Yo: a buena broma.. y cómo están haciendo, todo en la neverita ejecutiva?..
Ella: si, todo ahí, bueno para lo que se puede comprar en la pequeñita cabe..jajajajaj…( risa sarcástica por supuesto)
Yo: Bueno haremos periplo de compras en lo que llegue..a ver si tengo suerte, aunque me va a faltar es tiempo ahora para el recorrido.
Ella: Cuña tranquila, aquí nos arreglamos
Yo: claro, nos vemos pronto
Ella: te esperamos..
Y esa frase “aquí nos arreglamos” fue una de las que se me quedó grabada. Será que en la conciencia de muchos está impresa para poder resistir?
Porque efectivamente al llegar aparate de buscar el amortiguador, llevé la computadora e hice el recorrido por varios supermercados (llevé café desde Barranquilla a Caracas eso sí) y aparte de encontrar algunas marcas raras de aceite, que me dicen apenas aparece se acaba, me quedé boquiabierta con los precios, una inflación tan alta que se puede sentir en los pocos meses que tenía sin visitar mi país e ir de compras.
Por eso para los que a veces me escriben diciendo que el hecho de que no viva en Venezuela me hace ajena a las realidades de mi país, les recuerdo que ajeno es el que se tapa ojos y oídos y no quiere ver ni oír lo que realmente está destruyendo su patria

 
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