viernes, 6 de diciembre de 2013

En animación suspendida

Pasan los días y parece que estamos en animación suspendida.
 Hoy no salí. Me quedé pegada al twitter, al Facebook y a las pocas noticias que ahora pasan por la tv por cable de Venezuela.
 Desde Colombia no me queda mas que pegarme al internet y esperar que algún canal de por aquí nos de luces sobre lo que pasa. 
Inútil buscar los canales venezolanos. Entre la autocensura unos y la dominación de los otros por el régimen, poca o nula crítica es lo que se ve o se oye. Y "óyeme tu" (diría un cubano), gobierno que no se pueda criticar o es Dictadura o no existe... y el de Venezuela existe, así que ustedes me dirán.
 Hoy aparte de algunos episodios de nubes en el cielo, el día, caluroso como siempre, no invitaba a nada, a salir mucho menos, demasiado calor. Pero tal vez soy yo que no puedo separar mi cabeza de las noticias que se avecinan este próximo 08 de diciembre. 
Yo no voto en estas elecciones - ¡hey, hey!paren ahí - en el exterior no se vota en elecciones regionales solo presidenciales y parlamentarias... Mosca por si acaso ya se iban a poner bravos conmigo. Siempre he votado, desde que soy mayor de edad, no he pelado ninguna...
Por eso me siento en animación suspendida, porque no me estoy preparando para el domingo, sino como espectador, porque lo que he podido hacer es invitar a través de las redes sociales, pero no en la calle, con pancarta, gorra tricolor y voces. Porque en las últimas dos elecciones un grupo de compatriotas nos organizamos para vigilar el voto aquí en Barranquilla y ahora solo escribimos y animamos a los demás , pero nosotros no vamos pa´la fiesta. Porque estoy segura que va a ser una fiesta para celebrar la caída ( en cámara rápida espero) del régimen nefasto que se ha apoderado de la vida y las conciencias de muchos, de los intereses (llamenos economía) de todo el país, haciendo de lo que no les pertenece uso y usufructo.
 Estoy en animación suspendida, pero en animación y eso quiere decir que no he perdido la esperanza de recuperar a mi país, devolvérselos a la gente, de verdad a la gente, no al grupito de gobierneros seudo socialista, comunistas otros, que han decidido entregárselo a los cubanos de Fidel ó guardárselo en sus bolsillos.
Mis manos claman por hacer, aquí estoy y por eso escribí estas, para que algo tengan entre los dedos. Mis ideas y mi amor por Venezuela.
Dejó en manos de los míos, ustedes, todo mi país, la oportunidad de ejercer por mi este domingo.. Voten y derroten a la opresión

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los que brillan y los apagones

Escribir estas líneas cada semana es un proceso muy dinámico, aunque se remita a sentarse en una silla frente a la pantalla del computador.
Comienzas muchas veces con una idea, una semblanza, o una añoranza, y los acontecimientos te llevan a variar tu idea o a cambiar el tema por completo. Como es el caso de estas líneas que hoy leen.
Pensaba en principio referirme al último concierto que dio Ricardo Montaner en Barranquilla, al que fui con un grupo de amigos y mi esposo, y que tantos recuerdo bonitos removió en cada uno de nosotros.
Por sobre el excelente sonido, imagen y montaje del maestro venezolano estaban los recuerdos de juventud del grupo todo. Cada canción de las del viejo repertorio acompañó en algún momento un amor o un desamor, una alegría o una vivencia. Y así, entre letras y melodías, todos cantamos acompañando al artista. Otros más osados se sabían también todas y cada una de las canciones del nuevo álbum y así pasamos una noche hermosa de brisa decembrina, bajo las estrellas de la Arenosa.
Disfrutando el concierto, me vino súbitamente una sensación de indescriptible nostalgia, tal vez asociada a esos hermosos recuerdos de juventud, pero sobre todo a los recuerdos de una juventud en Venezuela, de libertades y alegrías, de hermandades a pesar de lo político, sin persecuciones y sin miedo.
Y fue entonces cuando el gran artista, en medio de su concierto, pidió por el retorno de Venezuela a la armonía, a la paz y a la alegría, y yo no pude más sino romper en llanto.
Y es que las nostalgias son traicioneras y hacen pasar vergüenzas.
Y justo en medio de estas líneas, con las noticias en la mano, a tiro del celular, me percato del “alboroto” en las redes: Venezuela una vez más sufre un gran apagón eléctrico y 19 estados del país vuelven a quedar sin luz eléctrica.
Pánico en las redes, rabia en las palabras es lo que se percibe. Los amigos y compatriotas en Colombia y otras partes del mundo comienzan a pasar mensajes de texto informando de familiares y amigos que viven en los distintos estados víctimas del apagón.
Maduro, como de costumbre, estaba encadenado, tratando de explicar, o explicarse, cómo hacer para enfrentar el absurdo fracaso de las políticas económicas y el bendito (por no decir otra cosa) Plan de la Patria.
Alguien le informa (por fin se entera de algo) y no puede sino tratar de justificar la falla, y comenta que fue “un extraño apagón”, cuando lo más común en el país son los racionamientos y fallas, también en el sector eléctrico.
Porque lo verdaderamente extraño de Venezuela es el horrendo gobierno.
Me quedo con Montaner, que sí sabe hacer su trabajo, sus conciertos y su música.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Desde Cuba a Venezuela

Veía recientemente, en un programa de entrevista del prestigioso periodista argentino que transmite una cadena internacional, la conversación que Andrés Oppenheimer tenía con Silvito El Libre, el disidente cantante hijo del famoso trovador cubano Silvio Rodríguez, y este, entre las cosas que declaró, decía que la gente en su país ha cambiado, que ahora es en su mayoría gente triste, cosa que contradice los pregones de la revolución. Habló de la persecución a sus amigos, el miedo a la policía del régimen y la falta de contacto con el mundo exterior.
En capítulo siguiente, el mismo Oppenheimer entrevista también al joven cantante cubano David D Omni, conversando acerca de su música, lo que, por supuesto, llevó al tema que me llamó la atención, cuando, interpelado sobre su visita a los Estados Unidos, este confesó su sorpresa al decir que “no es lo que me habían dicho”.
Comentaba el músico que su asombro fue muy grande al descubrir productos en los supermercados que ni siquiera sabía que existían, que la violencia no campea en las calles como le aseguraron,  que lo que él  no vio  ningún tipo de segregación por raza o género, que todo lo contrario, conoció un país plural, abierto a cualquier tendencia e idea y muy desarrollado en su pensamiento.
Puede que quienes hayamos tenido mayor experiencia y acercamiento con los Estados Unidos discrepemos en algunos puntos con este joven artista que por primera vez pisaba la libertad, pero lo que no podemos obviar de su comentario es lo que está detrás y que luego afirmaba al declararle a Oppenheimer: en Cuba no se puede hacer conciertos en lugares públicos sin ser estos minuciosamente supervisados por el régimen, revisan las letras de las canciones, los videos y la música misma que se va a tocar, por ser él un músico de la camada “disidente”.
Incluso, comentaba que una vez pasados los “filtros” le era muy difícil conseguir el apoyo audiovisual requerido en presentación de su tipo (por la misma persecución a los allegados y amigos). Si conseguía las luces, el del sonido le decía que no; si era el del sonido, el de video se echaba para atrás o simplemente ningún proveedor se comprometía, por temor al gobierno. Por eso sus conciertos son en su casa.
Su visión como joven promesa musical queda supeditada a lo que el régimen cubano y sus sensores deciden, y es así, bajo ese adoctrinamiento, ese aislamiento y el terror a caer en desgracia y ser encarcelados, que los Castro han logrado mantenerse en el poder por tantos años.
Me hizo reflexionar –por supuesto– viendo el enorme acercamiento que el régimen de Maduro tiene con los Castro. Su formación en “la lucha política” fue hecha en Cuba, y su posgrado sigue siendo supervisado desde La Habana.
Por eso Venezuela es ahora sometida, por el miedo, a la autocensura de los medios de comunicación, los líderes disidentes son apresados sin razón alguna, como cuando recientemente le sucedió al joven asesor de Henrique Capriles, el muy inteligente Alejandro Silva, con la única finalidad de intimidar no solamente al líder de la oposición venezolana, sino a quienes se atrevan a seguirlo.
Estas son las prácticas de los regímenes autoritarios. Son las que tratan de callar las voces, cegar el panorama, atar las manos y bloquear a todo aquel que sea contrario a sus intereses, que más que claro está, no son los intereses del pueblo que gobiernan.
Son estas ideas las que ocupan el primer lugar en las importaciones venezolanas: el comunismo cubano.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Preocupa


Leyendo a algunos columnistas venezolanos y extranjeros, refiriéndose a los sucesos de la semana pasada en Venezuela, hay un común en todos. No solo ven con horror las disparatadas medidas económica de Maduro, que causarán simplemente el efecto contrario a lo que este promete, sino también, en sus crónica y artículos, comentan el comportamiento extremo que la población venezolana ha tenido frente a las acciones ejecutadas por el gobierno, para “castigar a los especuladores”.
Y es que después de la primera avalancha, que se convirtió en “saqueo” (palabra prohibida para los medios venezolanos), siguió una hemorragia de personas cazando cada establecimiento fiscalizado para comprar cualquier cosa que estuviera “rebajada”.
Por eso vimos enormes colas frente a grandes cadenas de almacenes, no solo de electrodomésticos, sino también ferreterías e incluso pequeñísimos comerciantes en bodegas y abastos de pequeños poblados del interior de país, sufrir con la marabunta.
Volviendo a lo que noté en cada escrito que publicaron los medios nacionales y extranjeros, es el análisis de ese comportamiento, propio de una población que, según los escritores, obedece a la escasa o nula confianza en el gobierno de volver a abastecer el mercado con dichos productos u otros de primera necesidad, por la ya demostrada ineficiencia, con la enorme escasez de alimentos y medicinas.
Viéndolo bien, creo que tienen razón, porque de existir confianza, estas rebajas se verían como ofertas ‘de temporada’ y tal vez algunos acudirían para aprovechar aguinaldos, bonos y demás propios de la temporada decembrina, pero lo que se aprecia es un desespero por comprar lo que sea, con tal de llevar algo de aquello que posiblemente no se volverá a ver.
Otro punto a notar es cómo también se han visto en las calles los mismos artículos “rebajados” y vendidos en el mercado informal, incluso a precios más altos que antes de la fiscalización. Y por supuesto esto obedece no solo a la viveza del abusador tramposo que los compra para revenderlos y usufructuar con ello, sino aquel desesperado que sucumbe ante el vendedor callejero para adquirir lo que cree desaparecerá del mercado, por la falta de confianza a las promesas del Gobierno.
Preocupa el simplismo del comportamiento no solo gubernamental, sino de las masas que –ante una quimera y con ojos y oídos cerrados a la realidad– corren en pos de ella, sin ver más allá de lo que aquella fantasía implica: tener nevera sin leche para enfriar, tener televisor sin electricidad para conectar.
Eso es lo que más me preocupa.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Intolerancia

Hoy quiero hablar de la intolerancia, esa que separa amistades y derroca admiraciones solo porque el afectado no piensa como tú. Eso que está pasando tanto en Venezuela y que la tiene sumida en la más profunda división, ya ni siquiera de clases sociales (contra la cual se plantea la lucha de revolucionarios y opositores), sino de vertientes políticas.
 Sentimientos oscuros se han apoderado del corazón de muchos compatriotas, negándole el derecho básico a cualquier conciudadano a disentir o convenir según mejor le plazca. Es ahí donde todos caen en la negación de uno de los derechos fundamentales del ser humano: libertades individuales y entre ellas el derecho a pensar.
 Tal vez muchos creamos que nuestro vecino, amigo o familiar está equivocado, pero eso no debe ser motivo de rupturas y separaciones, casi todas muy doloras, porque conllevan insultos y descalificaciones.
 Con lo que si debemos ser intolerantes es con la injusticia, la corrupción, la inequidad, la traición, la maldad resumiendo todas las formas que podamos aquí mencionar. Por eso debemos ser muy críticos con nuestros gobernantes, si alguna de sus esas formas se deja ver en la gestión de gobierno. Es por eso - y ante grandes injusticias, mentiras y corrupción- que  escribo cada semana, siendo intolerante con un gobierno que no se merece ningún tipo de compasión. Pero jamás la intolerancia dirigida a un amigo y menos a un familiar y por sobre todas las cosas a cualquiera que sea tu prójimo.
 Los gobiernos están en la obligación de acatar las críticas y reaccionar conforme a la ley si sus ciudadanos están insatisfechos o tienen la mínima sospecha que alguno de sus funcionarios está cometiendo algún acto alejado de esa misma ley. Es ahí que es deber ciudadano ser intolerante con gobernantes y gobiernos corruptos y fallidos.
Tal vez pueda yo, como persona individual, apoyar a quienes pretenden (sin caer en el irrespeto a las particularidades) tratar de convencer al cercano y no tan cercano que el camino que lleva, que las cosas que tal vez está viendo, son equivocadas, pero solo eso, tratar de convencer, para que pueda nuestra idea de justicia abrirse camino entre quienes no la ven aun.
Pero en mi muy particular percepción, más allá de eso, llegando a denigrar del otro, insultarlo y retirarle sus afectos o admiración,  ya el camino de la labor de convencimiento extralimito sus fronteras, como está pasando a diario en casi cualquier sector de la vida cotidiana venezolana.

Una cuestión de principios es dar lo que quieres para ti. Si no respetas no te respetan, si no das amor, no será amor lo que recibas. Si la intolerancia mueve tus pasiones entonces serás víctima de ella antes de que te des cuenta.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Felicidad por decreto

Así son las cosas”, diría nuestro querido periodista venezolano Óscar Yánez, recientemente fallecido, señor grande de los medios, costumbrista y mejor conocido recientemente por su agudeza al entrevistar, no había político que se saliera con la suya al sentarse frente a él. Pero también solía decir una frase que creo pega mejor con este título de hoy “chúpate esa mandarina”, porque se ha decretado la felicidad en Venezuela mediante un viceministerio.
Definitivamente, el manejo de la palabra y la expresión es uno de los fuertes del gobierno de los chavistas. Ya bastante lo hemos acusado de poseer un lenguaje escatológico, insultante, violento y que incita a la violencia, y con la facilidad de una estrategia diabólica (y no es solo en el lenguaje), cambian de rumbo (solo en el lenguaje) y crean el Viceministerio de la Suprema Felicidad Social.
Léase bien, se crea un instituto para la “suprema felicidad”, palabras que, reconozcamos, están inteligentemente puestas una al lado de la otra, y a esta le agregan “social”, para que llegue a alguien, y el pueblo que padece, que se crea la mentira. Nada más parecido a los nazis de Goebbels.
Pero vayan a decirle a una madre allá en una morgue, con su hijo recién muerto por el hampa, solo por robarle casi nada que traería en los bolsillos, si ese decreto le sirve. O a la gente que hace colas enormes solo por comprar un kilo de harina de maíz o papel higiénico, o al que se conformó con comprar lo que había y que igual se fue para su casa con menos porque no le alcanzó el dinero, ya que todo está el doble de caro que el mes anterior.
¿Con qué varita mágica el viceministro conseguirá la ‘felicidad suprema’? Aparte, ¿no era prácticamente eso lo que ofrecía el difunto Chávez durante los 14 años de su gobierno? Pidió seguirlo aunque fuera sin ropa, sin zapatos, desnudos y muertos de hambre, porque él era la resurrección de la Patria y era la felicidad del pueblo.
Insisto, este bodrio de ministerio no es más que una creación semántica, al servicio del discurso adoctrinador, y con una estrategia muy definida de cara a las elecciones de este diciembre, donde todo apunta a que sus candidatos tienen mucho rechazo y la oposición pueda retomar posiciones que el gobierno cree son ancla para ellos. Por eso ahora los discursos cambian a la “felicidad suprema”, que obligatoriamente tendrán que incluir en sus discursos, creando una muy bien estudiada atmósfera discursiva.
Aunque algunos de sus representantes aún no se han dado cuenta, porque ayer mismo oí discursos confrontacionales y amenazadores de quienes ya derrotados pretenden impedir el paso de una marcha por zonas de Caracas que son –y valga el cliché– de “todos los venezolanos”.
Pero la realidad es otra. Venezuela es un país sumido en las divisiones, que ha separado familias y amigos (nada más lejos de la felicidad), que se ahoga en delincuencia y violencia, en escasez e inflación, con una economía colapsada y la principal empresa del país –PDVSA– endeudada y con los mayores fracasos en mantenimiento y producción de su historia.
Nada supone que es y podrá ser un país de la ‘suprema felicidad social’, porque no es solo cuestión de cambiar nombres, es cuestión de cambiar direcciones y dirigentes con ello.

miércoles, 23 de octubre de 2013

En Guerra


Veía en estos días por televisión un documental sobre el ascenso al poder de Adolf Hitler, y algunas cosas me llamaron poderosamente la atención por su similitud con ciertas prácticas adoptadas por los seguidores del Socialismo del Siglo XXI, esa seudoteoría político-económica-social atribuida a los pensadores y colaboradores del extinto Hugo Chávez.
Me llamaba poderosamente la atención cómo en épocas del tercer Reich el control de la información y la manipulación de la misma fueron de gran importancia para sembrar en las masas el alocado proyecto del no menos loco Führer.
Fue así, y con la máxima de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad, que esas masas se volcaron en un frenesí avasallante, siguiendo al líder y provocando no solo una guerra mundial, sino uno de los crímenes más grandes de la historia, el Holocausto.
Tal vez no lleguemos a tales atrocidades, pero el socialismo del siglo XXI va llevando a Venezuela por el camino de la pasión ciega y el frenesí por un proyecto que nadie termina de explicar, porque no tiene ni pies ni cabeza, pero que acusa, como parte de su campaña de alienación, con frases sencillas y repetitivas –como lo hiciera Goebbles– a todo aquel que pueda representar una amenaza, convirtiéndolo no solo en enemigo del gobierno, sino del pueblo y la patria misma. Sin mencionar los pasados y actuales intentos de controlar a los medios de información, comprándolos o expropiándolos, hasta el más reciente de controlar la información misma.
Es así como, con la sola diferencia de que los alemanes de Hitler persiguieron a los comunistas y judíos, este proyectucho persigue a la “derecha imperialista” acusándolos de todo cuanto mal ocurre en el país, como lo hicieran aquellos en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y transcurrida la misma.
Ahora no estamos en guerra, no propiamente dicha y por lo menos no mundial, estamos en una lucha constante entre hermanos, con odios entre familias (como cuando se proscribieron a los judíos), con partes de guerra por la infinidad de muertos que cada día se aglomeran en las morgues de todo el país, con racionamientos propios de tiempos violentos, donde para conseguir un pollo o un kilo de harina de maíz la gente lucha literalmente a golpes.
Este país se llama Venezuela, y no es ni la sombra de lo que fue. ¿Soñar con el pasado? No, tampoco era perfecto, pero es mirar este horror de hoy para buscar superar los odios y las diferencias, y reconstruir sin muros ni barreras las fracturas que hoy nos separan.

martes, 8 de octubre de 2013

Crónica de un viaje a Caracas II

Ya regresé a mi casa, a Barranquilla, pero mi visita reciente a Carcas me dejó con sabores amargos de boca. No por los cariños y afectos reencontrados, no por el majestuoso Ávila presidiendo la estampa gallarda de una ciudad que hice mi hogar durante muchos años, sino por la sensación de resignación y rabia contenida en muchas de las personas con quienes conversé, o lo más grave, la de indiferencia de unos pocos con quienes no pude seguir conversando.

Este paso por la Sultana del Valle venezolana (aclaración que hago para mis amigos colombianos, ya que ellos tienen a su Cali hermosa), me permitió entre otras cosas ir al mercado, y hablar con dueños de supermercados (razón principal de mi viaje), visitar farmacias en busca de medicamentos, reencontrarme con gente de distintos ámbitos y visitar 3 ciudades distintas: Maracaibo, Maracay y Caracas, todo condensado en 10 días.
Fue como una clase magistral, pero de inflación, escases y desidia gubernamental.
Aparte de algunos compromisos, que me permitieron hacer un recorrido por diversas calles de las tres ciudades, notando en algunos casos cambios, no fundamentales en infraestructura, pero sí de maquillaje temporal en vías de comunicación, pude apreciar el deterioro de  muchas estructuras públicas y privadas, donde también escaseaba la pintura y el mantenimiento. En ciertas zonas de Caracas como Baruta y el Hatillo la limpieza de las calles es evidente en contraste con Libertador (o las zonas de este municipio por donde transité), aunque no puedo decir que la pulcritud es la marca, ni en los sitios menos sucios  (mejor describirlo de esta manera).
El shock más grande fue en supermercados y farmacias. Tras recorrer 5 establecimientos para comprar algunos medicamentos, logré conseguirlos casi todos, algunos en otra presentación o de otra marca, pero cumplida la misión medicamentosa, saque las cuentas de lo gastado en Bolívares fuertes (eufemismo monetario) y la sorpresa fue mayúscula al comprobar que por lo menos se había triplicado el valor de los hallados… También me toco comprar chocolates para la gula de mis hijos y amigos colombianos y en esos descubrí un 100% de aumento (gracias a Dios no es artículo de primera necesidad)
Tal vez lo más sorprendente para mi fueron las conversaciones que giran en torno a: dónde se consigue, a cómo, el desconcierto porque ¿subió otra vez?, llegó “el papel” a tal o cual sitio,  la típica frase ¡esto ya es inaguantable! ó ¿no sé cómo vamos a hacer el próximo mes si seguimos así? Sin que se note ninguna acción al respecto.
Entre las conferencias  a las que asistí, había una de un  muy importante charlista, proveniente de una gran empresa trasnacional, que vende artículos en el mundo entero. Explicaba, cómo hacer para que el consumidor prefiera una tienda y en ella compre todo lo que busca y más, y que medidas a tomar para que esa preferencia se acentuara.
 Al final de la charla cuando se sometió a las interrogantes de los asistentes, alguien le pregunta: cómo hacer cuando por más arreglos que se hagan en las tiendas, para hacerlas las preferidas del cliente, el consumidor debe recorrer en promedio de 2 a 4 establecimientos en busca de los artículos. Luego de unos segundos y con cara de desconcierto, el famoso invitado tuvo que confesar que no entendía la pregunta.
La pregunta está formulada en “venezolano” tuvimos que aclararle. Para lo cual y a pesar de “conocer” la situación del país por la prensa internacional, el choque con la realidad lo dejó sin palabras.
El que no lo vive, no es capaz de entenderlo en toda su dimensión. Hay quienes me dicen que eso es imposible de creer en un país “tan rico” capaz de “ayudar” (yo diría comprar) a otros países. Pero esa es la cruda y simple realidad de mi país, que no merece lo que le pasa y menos al nefasto gobierno que lo maltrata

Crónica de un viaje a Carcacas

Como creo que muchos saben, los viajes  empiezan muchos días antes de la fecha estipulada de salida, el periplo, en este caso mío, empezó meses antes, por lo menos dos, tratando de conseguir pasajes para Venezuela.
Entre las cosas que escasean en el país, también hay escases de cupos aéreos, cosa para mi inverosímil, pero que me explican (a mi llegada a la capital de mi país) como un intento desesperado de muchos compatriotas por conseguir dólares (que no hay) al precio de privilegio de los que asignan Cadivi  para viajeros  en tarjetas de crédito. ¿Qué hacen, cómo viajan? Trataré de averiguarlo en los pocos días que estaré de visita.
Finalmente decidí viajar en autobús… mi primera experiencia por vía terrestre, desde mi querida Barranquilla hasta la hermosa Maracaibo, como primera parada, para reposar y seguir viaje a la capital de la República Bolivariana. Esta travesía comienza con serios retrasos en la hora de partida, nos explican: la frontera estuvo cerrada en día anterior (del lado de Venezuela, acota la muchacha que gentilmente nos atiende en el terminal) y los choferes llegaron pasadas las 3:am, están descasando.
Con 3 horas de espera partimos finalmente, y pasadas unas 7 horas  llegamos  a la frontera, en Paraguachón, donde nos explican que hay que sellar los pasaportes, que son 2 sellos, el del lado colombiano, el cual sorteamos sin mayores inconvenientes y raudos nos dirigimos a lado venezolano para hacer lo propio. Una pequeña fila nos esperaba, preguntamos y nos dicen que no están sellando, que están en reunión. La espera se prolonga por media hora hasta que finalmente un solo funcionario (habían 3 en el lado colombiano) nos atiende.
Por fin, feliz de pisar mi tierra nuevamente luego de un año de ausencia, volvemos al autobús y este aun no arrancaba pasadas unos 15 min de espera (otra espera). A estas el chofer nos informa que debe reunir entre los pasajeros para el “café” de los guardias que revisan las maletas porque sino pueden demorar dicha revisión el tiempo que “les dé la gana”  palabras textuales.
Yo no cargaba bolívares, no había cajero donde sacarlos, pero para mi sorpresa casi todos en el autobús  (que no venía muy lleno) tenían algo de efectivo y se recoge unos Bs240 de los cuales el mismo chofer advierte que quiere guardar la mitad porque “en las alcabalas venezolanas siempre molestan”.
Baja de carro y sube en menos de 5 minutos y nos informa que no aceptaron los Bsf 120 así que les daría el restante que estaba a cargo de una de las pasajeras de primera fila, hecho lo cual pudimos seguir nuestro camino.
 A Dios gracias no hubo mayores demoras en las siguientes alcabalas, cosas que extrañó a una de las pasajeras, que se distinguía  por su conocimiento de la ruta, ya que la hace con mucha frecuencia, quien expresó que la última vez que hizo el trayecto en las 4 alcabalas los pararon para que los pasajeros reunieran “para el cafecito” .
Sentí pena y vergüenza profunda, debo confesar, indignación expresaron otros pasajeros venezolanos como yo, ante lo que ellos mismos dijeron era lo que marcaba la diferencia entre un país en lucha contra la corrupción y otro que se hace la vista gorda ante estos hechos. Saquen sus propias conclusiones.
Para tranquilidad de nosotras, porque no les comenté que viajaba con mi cuñada y mi suegra, aparte de la espera y las alcabalas pedigüeñas, el viaje transcurrió con tranquilidad, llegamos a Maracaibo muy entrada la noche pero pudimos reposar para seguir viaje en avión a Caracas, nuestro destino.

Ya les contaré en próximas entregas, como transcurrió el resto de la vista.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Con bollo de yuca y butifarra

 Ayer celebramos el cumpleaños de mi esposo. Tuvimos la visita de amigos, buenos amigos, con los que no podríamos hablar de más de 5 años de historia, pero son de esa gente que se va quedando instalada en el corazón y que ajenos a tus historias, se quedan en él para siempre.
Llegaron con sus brazos y corazón abiertos para seguir estrechando lazos de hermandad, algunos como nosotros, lejos de sus orígenes, otros entregándonos la sabiduría de sus raíces colombianas y compartiendo sus historias de esta cálida (en todos los sentidos posibles) ciudad que es ahora nuestro hogar.
Parte de la alegría de este día lo supuso un gran collage de fotos viejas de mi querido Teo, magistralmente distribuidas y comentadas en una enorme cartelera, producida por mi cuñada, que para la mayoría de nuestros visitantes resultó no solo graciosa, sino ilustrativa de los 50 años de nuestra familia, desde el nacimientos del propio cumpleañero, pasando por su bautizo, primera comunión, el colegio, nuestro matrimonio, los hijos y su trabajo.
Caras desconocidas para la mayoría, llenaban el montaje. Todas acompañando a “mi gordo” en algún momento importante de su vida. Amigos de vida, de escuela, de trabajo. Hermanos de lucha y de amores, que pueden relatar indiscreciones, pasiones, vivencias de esos 50 años.
Y es así como nuestros queridos buenos amigos se acercaron a nuestra historia, esa que muchos conocen allá en nuestra tierra. Esas fotos donde aparecen los que dejamos atrás, sin olvidarlos, sin dejar de añorarlos. Donde seguramente de haber estado aquí con nosotros hubieran comentado, no para preguntar quiénes son o dónde es, sino para rememorar esas anécdotas de las que ellos mismos forman parte.
Este compartir añoranzas es para seguirles dando la bienvenida a nuevas historias, amigos y nuevos hermanos, para dar gracias a los que nos recibieron y los que recibimos. Para decirles a los viejos y entrañables amigos que siempre están con nosotros, porque forman parte de nuestra historia, de nuestra familia. Para decirles a los nuevos entrañables amigos que pronto el collage estará repleto con fotos de ellos también.
Allá en Venezuela celebrábamos con cachapas, tequeños y maracuchitos, con los de siempre y con la familia. Hoy la vida nos regala amigos y nuevas oportunidades para celebrar, aunque el menú cambie, comemos con orgullo y ganas nuestro nuevo sabor a hogar con bollo de yuca y butifarras.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

A propósito de favores

El que hace un favor está supeditado a cargar con las consecuencias. No se si alguien lo dijo pero yo lo afirmo.
 Desde el momento que aceptas hacerle un favor a alguien cargarás con la responsabilidad y hasta las consecuencias de esa decisión que muchas veces sentirás errada.
 No solo por las exigencias mismas del encargo, sino porque si pretendes en algún momento, dejar de llevar la carga de tal encomienda, no solo dejarán de darte las gracias por solventar el camino, aunque fuera en parte, si es que en algún momento pretendieron darte las gracias, sino que el encargante puede que te retire hasta el saludo y te convertirás en lo mas cercano a un enemigo que pueda existir.
Decir cuenta conmigo es como cuando uno presta dinero...y quiere recuperarlo, dalo por perdido o pierde esa amistad.
Y hay los pedidores de favores profesionales, que no solo te involucran en su lío, sino que luego elegantemente desaparecen y por supuesto la culpa de lo que sucede finalmente es tuya. porque veamos las cosas claras, cuando el que origina la idea desaparece, es porque no era tan buena la idea. Si se queda, era buena, tu te fajaste con el o ella, pero las glorias se las lleva el otro y a ti, a veces si te dan las gracias.
No es que pretenda que alentarlos a no ayudar al prójimo, pero abran los ojos y vean a quien ayudan, porque sino terminan, como yo , muchas veces embarrados...
Un favor es una cosa muy delicada de pedir y muy delicada de aceptar.
Si vamos a pedir favores pongamos claras las reglas del juego y demos la cara.
Si vamos a hacer un favor, que sea bajo el lema, asumo las consecuencias, porque sino, tremendo chasco...
Días atrás y el favor de "bien común" me ofrecí a apoyar una iniciativa de un "amigo", mejor mencionemos como "conocido". Dicha iniciativa no tuvo eco pero incluso fue desatendida por el conocido. Resultado: las llamadas me las hicieron a mi...
 Hoy me pasó algo similar a expensas de que informé, y creo que claramente, que solo actuaba como mensajero, de algo bonito, pero lejos de mi alcance. Resultado. mas reclamos, esta vez por la hora, que lamentándolo mucho ni los organizadores ( doy fe de que también hacían un favor) pudieron contra el cambio.
Lo cierto es que abramos los ojos, porque a mucha gente lo que le gusta es la gloria sin trabajar por ella, te involucran y te dejan de lado.
 ¿Que si quiero la gloria para mi? no nada que ver, solo no quiero cargar con problemas ajenos

El Manual de las Culpas

En Venezuela hay un gobierno que se jacta de tener el control y se presentan ante la opinión pública nacional e internacional como –y creo que la expresión, aunque en extremo coloquial, es la mas adecuada– ¡unos sobrados! 
En otras palabras, sus líderes se las saben todas, tienen todas las respuestas y por supuesto las soluciones a todos los problemas en su doctrina ideológica de ese esperpento que han llamado ‘Socialismo del Siglo XXI’.
Dentro de estos ‘ideales’ revolucionarios está cómo se debe manejar la economía, la distribución de las riquezas del país, el manejo y prevención de la delincuencia, la educación, la alimentación, la salud y por supuesto la política, las libertades individuales, la propiedad privada y toda la larga lista de normas de conducta y posturas ante todo lo que se devenga u oponga en el país, por lo que uno sospecha, aunque muchos aseguran que tienen un manual escrito para enfrentar con discursos cada uno de los problemas derivados de su gestión.
Por eso vimos, en recientes sucesos, cómo ante la grave crisis eléctrica del país –denunciada cientos de veces, con expertos que nos traen a la luz ( sin que haya luz) cómo la falta de mantenimiento y ampliación en las redes de distribución es una de las principales causas de tantos apagones– el gobierno, haciendo uso del ‘manual de respuestas’, le echa la culpa a la oposición y habla de conspiración y supuesto “golpe eléctrico” para desestabilizar.
Otros ejemplos de las respuestas del librito podemos encontrarlos en los ya varios accidentes ocurridos en las instalaciones petroleras, el más grave, de reciente data, es el de la refinería de Amuay, para el cual el ministro Ramírez acaba de concluir su propia investigación, dando como resultado un supuesto “sabotaje”. Se olvida el ministro de las decenas de incendios provocados por rayos, y aquí explico que una refinería de alta tecnología como las venezolanas, contaba con sistemas de prevención incluyendo pararrayos eficientes, ahora al parecer inactivos, por lo que ahora esos sucesos son solo culpa de la naturaleza, según el alto gobierno.
Si seguimos enumerando podemos pasearnos por la escasez de productos de la cesta básica venezolana, achacada en principio a la “derecha fascista y golpista opositora” (otra frase del cuadernito), y más recientemente a los acaparamientos domésticos... y aquí se me sale un ¡válgame Dios!
Y si pasamos nuestra vista por el sistema de salud venezolano, en grave crisis, sin medicamentos para tratamientos oncológicos, sin radioterapias, sin divisas para actualizar equipos, con crisis no solo en la salud pública, donde no hay ni gasas ni suturas, sino en las clínicas privadas, endeudadas hasta el punto de quiebra, la culpa de todo estos males se le achaca a la forma especulativa como los propietarios de estas últimas manejan el “negocio” y nos olvidamos selectivamente de los hospitales del Estado, sin dar mayores explicaciones.
Y podríamos seguir así, haciendo una lista de cada problemática nacional, y viendo que a cada problema existente hay una respuesta que viene del gobierno, y es que al parecer todo es culpa de: “la derecha fascista golpista desestabilizadora, con sus planes de magnicidio y desestabilización”.
Queriendo librarse de su responsabilidad, el gobierno venezolano ha logrado evidenciar su enorme ineficiencia en el manejo de cualquier asunto de interés nacional. Reconocemos que sí han logrado instalar el “manual de respuestas” en la boca de muchos, pero con eso no se come, no se camina seguro, no hay luz en las casa ni salud en el pueblo.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Y ahora qué dijo?

Mucha gente sabe que soy venezolana y que semanalmente escribo estas líneas, un poco para liberar las frustraciones que me causa la política venezolana, cada vez más enrarecida, corrupta y ‘cantinflérica’, y también para alertar a muchos de nuestros hermanos sobre la grave situación que atraviesa mi país en manos tan inexpertas como cómplices.
Ciertamente los derroteros del país van rodando por abismos muy peligrosos, no solo porque parece que en el camino los líderes en el gobierno nos van dando empujaditas a ver si terminamos de caer, sino porque el país entero parece estar sumergido en un letargo, o peor, están sentados en las gradas de un circo, viendo la presentación de los payasos, que nos hacen reír, pero que ocultan la verdadera tragedia tras bastidores.
Es por esto que cuando llego a algún lugar y me preguntan “¿y ahora qué dijo?”, sé que se refieren a las ya incontables intervenciones más que desacertadas del presidente en ejercicio de Venezuela, y que más que tristeza siento vergüenza, por evidenciar la profunda falta de todo lo mínimo que se requiere para alcanzar tan alta magistratura, y distraen no solo el pensamiento de la comunidad extranjera, sino hasta el mismo cotidiano del venezolano.
¿Cuántos no se levantaron un día de la semana pasada, haciendo chistes acerca de la “multiplicación de los penes”, o semanas antes cuando Nicolás ubicó geográficamente a Portugal en el mismo continente que Venezuela?
Tal vez el error de peces o panes por penes se deba a un simple lapsus (que le puede ocurrir a cualquiera), pero si revisan solo en internet hay docenas de portales que ya tienen dentro de sus primeras páginas la contabilidad de lo que han llamado “Maburradas”.
Y tal vez lo trágico no sea la ineptitud o falta de preparación del primer mandatario (si tuviera gente capaz a su alrededor tal vez hasta lo obviaría), lo grave de la cuestión es que se ha convertido en el payaso de Latinoamérica, del mundo y sobre todo de Venezuela, que con sus bufonadas hace que los graves problemas del país sean desplazados a las segundas y quizás terceras páginas de medios impresos, portales electrónicos y otros medios de comunicación y a segundos planos en los intereses de la población.
Por eso ahora cuando se preguntan “¿y ahora qué dijo?”, al lado de esas risas de quienes de él se burlan, yo no puedo contener un enorme sentimiento de vergüenza y desamparo ante lo que se ha convertido en la prioridad del país, por sobre la escasez, la corrupción, la crisis en salud, la inflación y tantos otros enormes problemas.

miércoles, 21 de agosto de 2013

En la Asamblea Nacional Bolivariana

Nada más grotesco que conocer los acontecimientos de lo que dan por llamar la política venezolana.
Si bien en las últimas décadas al hablar de políticos y política en Latinoamérica no es considerado una labor de caballeros, y quienes quieren ser más generosos mencionan a los políticos como un mal necesario, por la pésima reputación que se han labrado gracias a años de corrupción, malversación, malos gobiernos y otras calamidades, lo que vemos, oímos y leemos de cómo se conducen los diputados y otros miembros del alto gobierno venezolano, no es más deplorable porque “no se puede ser más bajo”.
Hemos visto cómo no solo el lenguaje y el trato ha bajado de categoría al punto que ni siquiera posee el mínimo decoro, sino que los golpes y los insultos son parte de las ‘discusiones’ en un hemiciclo, otrora sala de exposición de grandes interlocutores, pensadores y escritores, gloriados en el mundo entero.
Hoy lo más que podemos decir es que los más ‘famosos’ diputados de la Asamblea no son más que generadores de polémica, castradores de la educación y las buenas maneras y abanderados de lo soez y del mal gusto. Sin mencionar la hipocresía campantes en los más acérrimos defensores de la mal llamada revolución, vistiendo sus trajes de firmas famosas y ostentando sendas cuantas no solo en el pobre y devaluado bolívar fuerte
(que no sería nada unos cuantos miles) pero sí en la moneda del vilipendiado ‘imperio’ de los Estados Unidos de América.
Ver un debate de la Asamblea Nacional Bolivariana de Venezuela es asistir a una escuela televisada de insultos, hipocresías, mala educación, un ring de boxeo, pero por supuesto sin reglas arbitrales, donde incluso el que regenta de árbitro grita: ¡dale duro, dale!, si se trata de la intervención, con la palabra o las manos (y pies y micrófonos blandidos como armas), de los de la tolda de gobierno.
Y es en ese ambiente, con una mayoría bravucona, conseguida con una fórmula electoral arreglada, que se pretende otorgarle poderes especiales al ilegítimo presidente para combatir una corrupción tan descarada de parte de los ‘enchufados’ del gobierno, que con insultos, con expresiones homofóbicas, con denuncias amañadas a los adversarios opositores, pretenden tapar la olla podrida que tanto nacionales, como extranjeros ven a punto de estallar.
Esta asamblea de ridículos, de falsos defensores de la patria, que se llenan los bolsillos, vacían las despensas, es la que ahora y en manos de gobierno revolucionario decadente está legislando un país cada vez más adormecido o anonadado. De verdad… no sé.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Recordando III

Vale la pena seguir exprimiendo la memoria con cuentos propios y ajenos, como aquel cuando a mi suegro le preguntaron el porqué no tenía una gran fortuna en el banco, luego de haber desempeñado importantes cargos en la administración pública, a lo que él respondió en un coloquial sabrosísimo: “porque, cabeza de ñame, prefiero dormir tranquilo”.
Así fueron ellos, los que nada pidieron a cambio, como mi suegro, que vivió parte de su exilio en una celda de 2 x 2 metros que se inundaba, por lo que debía dormir (si se puede llamar a eso dormir) de pie, o mi querida Ñita, que luego de tantos albores y sacrificios, vivió solo de su trabajo. O a mi querido tío Rubén, el exiliado a México, que luego de sufrir tanto, murió como llegó al mundo: digno.
Ante tanta corrupción política y espiritual, vuelvo a mis ‘gigantes’, los que dieron todo y murieron plenos de dignidad, sin relojes costosos ni mayores fortunas que sus adoradas familias, a las que ellos hicieron crecer con hijos prósperos en salud, profesionales honestos, que siguen trabajando por sus propios hijos y por su legado.
Esos son los verdaderos gigantes. Esos que podemos encontrar en cada casa, en cada historia familiar de sacrificio, de fortaleza, la que tiene cada héroe anónimo.
Gigantes como mi abuelo, mi Pai, que se enfrentó de cara a Pedro Estrada (el propio jefe de la temida Seguridad Nacional venezolana) cuando este pretendió corromperlo, a sabiendas (mi Pai) de que mi Ñita y mi mamá, una niña para entonces, estaban al alcance de sus esbirros. Mi Pai, un grande entre grandes, le dijo no y con la frase: “y si me mata ya sabe que nos morimos todos”, ya que viajaban en el avión que él tripulaba, dio por zanjada la diferencia y puso en su sitio al temible Don Pedro.
No me digan ahora que todas las luchas pasadas en mi Venezuela querida fueron fútiles y solo dieron corrupción y pobreza. No sigan vendiendo cuentos falsos.
Los que lucharon por la democracia, en contra de las dictaduras, les dieron no solo la libertad sino la dignidad al país y al pueblo que nunca más quiso sentirse pisoteado ni encadenado.
Los aprovechadores le dieron al país la pobreza; los aprovechados, la corrupción; los Chávez, el desastre; los más ingenuos, la oportunidad y la libertad a un golpista, que lo único que trajo a la región fue desestabilización.
Recobremos la cordura y busquemos a nuestros verdaderos héroes en nuestras propias familias, entre nuestros amigos legítimos y meritorios.
No sigamos comprando ‘gigantes’ de mercadeo con pies de barro.

miércoles, 31 de julio de 2013

Recordando II

Comencé a escribir otra cosa, sentada y juiciosa, haciendo mi cola para hacerme un examen médico.
Comencé a escribir de las cosas que pasan en Venezuela y que afectan los servicios de prestación de salud. Me enredé en una de dólares, insumos y escasez, las mismas cosas que semana tras semana he denunciado y que aún no encuentran luz.
Pero por esas cosas que solo Dios sabe cómo lo hace, al mismo tiempo recibo unos hermosos y alentadores mensajes de mis queridas amigas, por mi escrito de la semana pasada.
En esto, cada una me describía no solo lo que atesoraba, sino también algunos recuerdos de esos de las abuelas adoradas que sorteando dificultades, levantaron familias enormes, como se veían en otros tiempos.
Mi abuela, mi Ñita (la del baúl) venía de una de esas grandes y numerosas familias, pero la suya propia fue muy pequeñita, me imagino que eso permitió que sus aventuras de niña no se pagaran con la madurez y el compromiso de decena de hijos. Es así como sirviendo vinos en fiestas, en su propia casa, a personalidades de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se enteraba de cosas, que, rauda y veloz, trasmitía a sus amigos del partido social cristiano Copei, o a sus hermanos militantes de Acción Democrática, grandes luchadores contra el sistema.
Y mientras servía estos licores y canapés, imprimía volantes contra el régimen, en el sótano de esa misma casa, que más tarde repartía en el centro de Caracas a través de un dispositivo instalado en el fondo de su carro.
Fue por esta militancia de mis tíos abuelos que Rubén, el mayor, cayó preso y fue torturado en la cárcel de la temida Seguridad Nacional, y es también como, valiéndose mi Ñita de sus ‘amistades’ de coctel, logra el salvoconducto que le salva la vida con un exilio en México.
Esa mujer, mi Ñita, la de los viajes, la de los cuentos infantiles, que con sus propias manos imprimía panfletos en contra del régimen opresor, que oía en su radio especial (instalado en el mismo sótano conspirador) las transmisiones de la policía política del régimen y llamaba a sus verdaderos amigos, a esos ahora mártires de la dictadura, para ayudar, desde sus posibilidades, a derrocar el régimen que gracias a Dios ya la historia juzgó y condenó.
Hoy, recordando sus luchas, sus lágrimas, las de mis tíos, las de mi suegro, seguiré honrando esa herencia, y desde estas letras lucharé por recuperar el país de libertades que ellos, los míos, los de todos, lograron para nosotros los venezolanos.

miércoles, 24 de julio de 2013

Recordando

Hace una semana termine el rescate del baúl de mi abuela. En una suerte de restauración, lijé, tapé algunos huecos, pinté de verde (casi igual al original) el fondo y traté de recuperar los cintos negros clavados a esta maleta de los años cuarenta, donde se solía transportar cosas personales en los barcos de pasajeros, que no eran solo, como ahora, cruceros de placer.
Contaba mi abuela que habiendo reunido un dinero, y siendo que –hacia principios de los años cincuenta– mi abuelo era piloto de aerolíneas internacionales, podía darse el lujo de viajar un poco más económicamente, decidió ir desde España al África para hacer un safari.
El espíritu aventurero de Carmen Elena –mi Ñita– no tenía parangón, y aunque piensen que mi viejo era igual, pues no, volar era su pasión, que lo llevó a ser incluso instructor y jefe de la oficina de búsqueda y salvamento de Ministerios de Transporte y Comunicaciones en Venezuela. Eso sí, en tierra era pésimo conductor.
Les contaba que el ímpetu de mi abuela la llevó a contratar y casi pagar el dichoso safari, cuando un día cualquiera y en esos hermosos paseos que se podía permitir por un sector muy lindo en España, tropieza con una vitrina de las mejores y más exóticas griferías para casas o edificios. Siendo que la otra gran pasión de mi Ñita era la arquitectura, sin pensarlo dos veces, juntó el dinero del safari y se compró la grifería para toda la casa, que ya tenía proyectada, solo en sus sueños.
Les cuento que este baúl y su contenido mudaron de casa muchas veces. Fue parte de sótanos y decoraciones de tantas ciudades, como habitación tuvieron mis abuelos, hasta que por fin, años después sale el proyecto de la cabeza al papel. Ahí en el papel también permanecen por lo menos 3 lustros, hasta que un día se decidió a construir su casa, y a colocar la grifería perfecta en cada baño.
Hoy el viejo baúl verde está en Barranquilla, lleno de esas historias y llenándose de otras más que desde que viaja con nosotros ha ido acumulando.
Pertenezco a la generación de los que guardan recuerdos, por eso me cuesta mucho deshacerme de esas cosas que cuentan cosas. Del cosito donde están los primeros dientes de leche de mis hijos, y hasta el mío montado en un pequeñísimo prendedor, obra de mi Ñita, hasta los primeros libros que leí en mi infancia.
Las historias y los recuerdos son importantes en la vida. Botar y botar, cambiar y cambiar solo por moda me incomoda de tal manera que los ambientes muy minimalistas me aburren, o en extremo modernos me dan alergia y el plástico me da calor. En cambio la madera con tallas me arrulla, las porcelanitas en vitrinas me provocan evocaciones de otros tiempos, no que sean mejores, pero en definitiva muy alegres.
Me gustan los recuerdos, y tal vez hoy por eso pienso que hay que recordarles a muchos mirar atrás de vez en cuando, no para quedarse pegados en un pasado que definitivamente no se puede recuperar, pero sí para rescatar muchos de esos valores tan preciados para los abuelos y que hoy tanta falta nos están haciendo, en una sociedad que pierde no solo su identidad sino su virtud.
Hoy, cuando se botan hasta los matrimonios, ojalá no botemos nuestra esencia, lo que somos y de donde venimos.

miércoles, 10 de julio de 2013

No Hay Manera

No hay manera de dejar de hablar de la escasez y la violencia en Venezuela.
Cada vez que abro una página de diarios de Venezuela, o portales independientes me encuentro con lo mismo: muertos y más muertes producto de la delincuencia, que no tiene reparo el llevarse una vida con tal de llevarse un carro o un reloj.
Pero los que sí no pueden llevarse lo que quieren y por supuesto, no se llevan una vida ajena, porque la vida se los está llevando a ellos, son los millones de venezolanos que día a día recorren kilómetros en busca de alimentos o medicinas, y eso sí tiene tiempo, porque para el trabajador de horario no es mucho lo que le queda para hacer colas, o ir de un lugar a otro y procurarse lo que necesita.
Por si eso fuera poco, no solo se enfrentan a que no haya el producto, sino que también enfrentan la inhumana realidad de que, aun teniendo trabajo, lo que ganan no les alcanza para comprar todo lo que necesitan, e insisto, si lo que necesitan lo encuentran.
Y en eso dejan la vida, trabajando para medio vivir, y los más afortunados viven pero hasta ahí, procurándose, no solo con parte de sus ingresos las compras de rutina, comida, medicinas, ropa, sino que también deben pensar en proveerse de seguridad, para lo cual fortifican sus viviendas, sean o no propias, blindan sus carros, los afortunados que los poseen; no salen de noche, porque aparte de los racionamientos que debe sufrir el comercio en energía, no es seguro andar muy tarde por la calle.
Las morgues en todo el país baten récords de ingresos, y en una medida desesperada, solo sintomática del gobierno nacional, lanza a la calle a cuerpos militares para garantizar la seguridad pública y urbana, con un saldo terrible, lamentable, que ha conmocionado a toda la opinión publica venezolana: una madre y su hija de 13 años muertas, las otras dos heridas, por un acto que han calificado de “error” y que el resto del país califica como asesinato.
Este es el resultado de la improvisación, del desconocimiento, de la incapacidad de resolver el problema desde su raíz, aplicando soluciones efectistas que solo llevan a tragedias como esta.
No hay manera de que estos corruptos e ineficaces dirigentes de los destinos de mi país, luego de 15 años de una tras otra demostración de desidia e ineptitud, puedan a estas alturas resolver nada. No hay manera de que lo hagan.

miércoles, 26 de junio de 2013

Jugando solitario

Aquí estoy jugando solitario. Pensando, se me van las horas. Me equivoco pero no me importa, pero es electrónico, el solitario, no es el viejo juego de las cartas que ya gastadas  volvían una y otra vez a la mesa.

 Se me van los pensamientos y me corren las lágrimas, solas, sin llanto. Me excuso, es alergia digo. Yo solo sé que es tristeza. Me paro y escribo. No puedo leer, perdí el hábito hace meses. No me concentro ni en mi favorito  García Márquez, que antes releía ansiosa como la primera vez.
 Es que esto de vivir en otro país, de mudarte a otro país en la madurez de tu vida, no debe ser fácil para nadie y menos para mí. No tengo nada que hacer, cojo el teléfono, ahí tengo el juego, ahora los juegos son electrónicos, el periódico es electrónico. Las noticias son electrónicas pero no distantes.
 No me despego de las noticias, las veo , las leo. Eso sí leo noticia de mi país. Que siento cada vez más lejos. Será que este lo voy a sentir mío alguna vez. Ya los lugares se van haciendo cotidianos, no así las historias de esta nueva ciudad. No conozco los viejos nombres de sus calles, como conocía los de mi querida Maracay, a las limpias y hermosas tardes del Ávila cualquier mes de diciembre caraqueño. Esas historias si las conozco. Esas calles las vi crecer, hacerse, estirarse como a mis hijos
 Aquí no conozco, no sé. No me gusta no conocer no saber. Trato, pregunto, indago. Nadie es mi familia así que no hay historias donde haya alguien de mi familia, aunque sea de testigo. Que lo cuente en primera persona.
Somos extranjeros en una ciudad amable. Me siento ajena cuando me abren los brazos para recibirme. Porque deben recibirme. No soy yo la que recibo. Soy malagradecida? No me sale ser feliz aquí. No me falta nada y me faltan todos, hasta problemas me hacen falta. Los cotidianos.
 Yo si sabía, allá en Maracay o en Caracas. Dónde ir, dónde comprar, qué hacer, dónde buscar, con quién hablar. Yo me sabía los dóndes y cómos. Cerca de los también me los sabía. El apellido, la casa vieja, la nueva, por donde pasaba, hasta donde no llegaba.
 Ahora pregunto, dónde queda, por dónde es, quiénes son o quiénes eran.
 El calor me mata. Siento que este calor no es mío. Maracay es caliente y ese si se parecía. Aquí sudo y no me gusta. Allá salía a caminar para sudar un poco.

 Aquí me extingo, allá vivía..

lunes, 24 de junio de 2013

Si de protestas hablamos


      Yo no creo que la señora Dilma Rousseff esté muy contenta con que se le embochinche el país, ese gigante del Sur que ha mostrado enormes progresos sociales y económicos esté viviendo las masivas protestas que desde todos los sectores han invadido las calles, en principio luchando por el aumento del pasaje que pensaban injusto pero cuando pensaron que ceder ante las demandas calmaría los ánimos, la gran masa aprovechó la calle que era ya propiedad de la protesta para sumar otras tantas reivindicaciones sociales a lo que el gobierno ha ido respondiendo con prudencia ( o eso es lo que se reseña a nivel internacional) y llamando a la misma a los organismos  del orden público
            Y lo más interesante de esta enorme y multitudinaria reacción brasilera no tiene que sepamos un liderazgo particular, un partido o partidos políticos que se hayan puesto a la cabeza de semejante manifestación. Un movimiento tan espontáneo como homogéneo, al cual no ha habido ningún “asomado” que quiera ganarse indulgencias haciéndose el ideario de la revuelta.
Interesante estudiar las reacciones del gobierno brasilero ante la masiva propuesta otorgando y amparando el derecho de sus ciudadanos a protestar, tratando de negociar antes sus solicitudes, en muchos casos intentando poner orden y en los casos de uso excesivo de la fuerza pública, castigando el organismo y no al reclamante, cosa que si quiero comparar con los últimas manifestaciones venezolanas es a las claras de una distancia espelúznate, siendo como somos países vecinos.
            No porque el gobierno brasilero le guste la protesta, no porque no haya habido intentos de mitigarla, sino porque entiendo consideran el derecho a la misma, tratando (aunque a veces se les vaya de las manos) de sofocar lo que pudieran ser disturbios y violencia injustificada, o justificada por la mano dura que en algunos momentos se intento.
              Y es que cada vez que vemos una protesta en Venezuela, esta está signada por una represión brutal de parte de la fuerza pública, con saldos de decenas de heridos, donde desde el gobierno central se obtiene por toda respuesta el silencia o la negación a tan siquiera oír el reclamo (cosa que se repite no importa que grupo proteste). Considerando insisto, la enorme diferencia que en número de participantes han tenido las últimas manifestaciones venezolanas,  si contrastamos con las del vecino, uno de los países más populosos del planeta
           Lo vemos actualmente con la exigencia de las universidades venezolanas por un presupuesto justo, por reivindicaciones laborales de los profesores de las casa de estudios superiores, sumandose a ellos los estudiantes que valientemente hacen una sola fila con su institución y sus maestros.
A esto, y aludiendo este caso reciente, el gobierno nacional ridiculiza, cuestiona, infiltra, crea caos y criminaliza el reclamo que por derecho, en una verdadera democracia tienen todos sus ciudadanos. Cualquiera que se embochinche y reclame es visto como “un traidor a la patria”, un “ultra derechista apátrida”, que solo ve por los intereses del “imperio”.

         Y es así como tampoco en esta “revolución” no hay derecho a la protesta, como no hay papel toilette, ni mantequilla, ni harina de maíz, ni tantos ni, que ya engrosamos la lista de los que no debería haber: escases.

martes, 11 de junio de 2013

Astracán

 Este domingo y como es ya costumbre en casa, se prepara “el” desayuno, práctica liderada por mi hijo Nacho, a quien le gusta la cocina y comer, pero ante su ausencia este fin de semana, asumí yo el compromiso, por demás agradable para mí.
Con la pereza dominguera del caso, habiendo ya compartido mí con mi esposo las primeras  (porque son varias) tazas de café con leche y discutido algunas noticias de la prensa, me dispongo a preparar el festín mañanero y en ánimo de complacer antojos, ya camino a la cocina pregunto:
-¿Quieren Huevos?
-Si- solo mi esposo alcanza a responder
-¿Cómo los quieres, perico?
-¿Qué?- Responde con demasiada sorpresa- no te entiendo
- ¿Cómo que no me entiendes? ¿Qué si quieres perico? Ya a medio camino de la cocina,
Pero me decido y me devuelvo, porque la distancia no es tan grande como para que no me oiga y menos para que no entienda.
-¿Qué si quieres huevos en perico para desayunar?
A lo que él estalla en carcajadas, y me dice
-Pensé que hablabas de Maduro (mas risas y  ahora yo me sumo a sus carcajadas)
Es en este astracán en que se ha convertido la política venezolana, llena de pajaritos que hablan, con el imitador del difunto, que no deja de ser una pésima copia del caricaturesco comandante, ha provocado no solo las risa y burlas de la comunidad internacional, sino una enorme incertidumbre, ante las reacciones siempre desmedidas, fuera de tono, bravuconadas de los dirigentes, en lo que se refiere a la política exterior, siempre errática y amenazante.
 Es así como la “revolución” sigue inventando inoculaciones desde el cáncer hasta venenos de acción retardada (dignos de James Bond), magnicidios preparados desde Bogotá y hasta flota de aviones de guerra comprados por la oposición (aquí me vuelvo a partir de la risa) y también financiados por Bogotá, y otra ristra larga digna del más creativo guionista de la Radio Rochela, el más longevo de los programas de humor venezolano, desaparecido junto a RCTV, ante la mirada impávida de muchos, que no saben si morir de risa o salir corriendo…a comprar el papel “tuale”, o la mantequilla, que acaba de llegar al supermercado y que si no se apura se acaba, porque ya la cola supera la dos horas de espera.

Recordando a nuestro amado poeta y humorista venezolano Aquiles Nazoa, Venezuela se ha convertido  en “Un sainete o astracán, que en subidos Colores, le demuestra a los autores la torta que puso…” Nicolás.

miércoles, 5 de junio de 2013

Perro que ladra no muerde

Todos los días temprano en la mañana y a media tarde, Dante (mi hermoso labrador negro de 2 años) exige, con la autoridad de perrito consentido, salir a ladrar a todo el que pase por el frente de la casa y, sin que ni siquiera lo tomen en cuenta, él emite los más potentes ladridos, erizado el lomo, mostrando sus enormes dientes blancos que en su hocico negro relucen fieros, intimidando a quien no lo conoce.
Pero resulta que el primero que se le acerque haciéndole cariños, adulándolo, logra no solo callarlo sino que lo convierte en el más sumiso y adulador animalito, que lame las manos de los antes sus fieros enemigos.
Sin desmeritar a mi amado animalito, que como todo perro regala amor y es de una fidelidad sin límites, hago la analogía con el gobierno venezolano, al que vimos esta semana pasada nuevamente amenazando, con descabelladas declaraciones, al gobierno colombiano, por osar practicar libremente su sentido democrático y recibir, como es de su potestad, a Henrique Capriles.
Y es así como los cabezas de la mal llamada revolución, luego de verse envueltos en uno de los más sonados escándalos de los últimos años, cuando (como lo comenté la semana pasada) desde sus propias filas se destapa la podredumbre de la cual están rodeados, no podíamos sino esperar que el propio implicado en la mayor corrupción del país, saliera de voz prima a emitir epítetos, insultos y amenazas, dirigidas, más que al gobierno de Colombia, a crear una cortina de humo para distraer la opinión de la gravedad de las acusaciones hechas en su contra.
Amenazando incluso los diálogos de paz, no solo descabelladas son las declaraciones de Cabello sino del mismo canciller Jaua y el ilegítimo Maduro, donde mostraron las costuras y sacaron a relucir la insincera intención de colaborar con las conversaciones, líderes estos de un gobierno que, sabido es, han sido amigos de las Farc desde los tiempos de Chávez.
Quienes hoy amenazan son los mismos que apoyaron al Comandante golpista cuando vociferaba sus agresiones y proponía movilizar el ejército venezolano hasta las fronteras, que nunca llegó por el deprimente estado de las carretas y puentes, además del pésimo estado de tanques de guerra con los que pretendía defender la frontera.
Este gobierno venezolano que le niega el derecho de autodeterminación al gobierno colombiano para decidir con quién conversa y a quién oye es el mismo absurdo gobierno (que no el pueblo venezolano) que acusa de golpista a la oposición pretendiendo con ello descalificar, como bien estaría si otro fuera el caso, y que celebra el 04 de febrero como fecha patria (para quienes no lo recuerden, es la fecha del golpe de estado perpetrado por el mismísimo Comandante ya difunto).
Y como Dante, mi perrito, que repito, salvo las distancias (en favor de Dante por supuesto), el chavismo en el gobierno ha amenazado a otros que le son incómodos con las más destempladas declaraciones y luego, con el rabo entre las piernas, y sin la menor de las disculpas, en vista de la escasez alimentaria, de luz, de agua, de seguridad jurídica, de seguridad personal y otras que tantas veces hemos comentado, va y lame la mano de quienes pueden ‘sacarle la pata del barro’ momentáneamente y seguir la farsa de una democracia que son puros ladridos de perro manso

miércoles, 29 de mayo de 2013

Destaparon la Cloaca

Siendo Mario Silva tan importante ficha clave para la difusión de las ideas de la seudo revolución venezolana,  no deja de ser chocante que este señor, aparte de las gravísimas acusaciones, confesiones y declaraciones, rinda informe a un militar componente del  G2 cubano, como si fuera regular método de comunicación con el gobierno de los Castro, según se reveló recientemente en una grabación que salió a la luz pública.
Como “Hojilla” para su garganta el presentador del programa homónimo emitido por el canal del estado, arremete contra los suyos destapando casos de corrupción en el gobierno chavista donde hace del principal culpable a nada mas y nada menos que el presidente de la Asamblea Nacional el Sr Diosdado Cabello, el mismo que se jacta de integridad y que le prohíbe a los diputados de la oposición el derecho de palabra.
Y si con esto aún no nos sorprendemos se refiere a Nicolás Maduro no solo como títere de los Castro sino incluso como un ser manipulado por su propia compañera sentimental la Sra. Cilia Flores. También la podredumbre le salpica a la familia del difunto mencionando al actual vicepresidente el Sr Arreaza esposo de una de las hijas de Chávez.
Sigue el presentador en la citada grabación informativa, revelando desde conspiraciones y golpes de estado liderados por Cabello hasta las maniobras y tráfico de influencias de otro de los grandes de la “robolución” como es José Vicente Rangel, otro mas de los ex Vice presidentes venezolanos, y mencionando a todo aquel que le es incómodo y que seguramente no sigue la línea trazada desde Cuba.
Sin abandonar el lenguaje vulgar para referirse a otros personajes de la alta cúpula chavista, llega a confesar que ha recibido armas para completar su arsenal y haberse “echado al pico” a algunos individuos que según él molestaban a su familia..
 Este ser que tan criticado ha sido por la forma de llevar el programa “la Hojilla” en VTV la televisora de todos los venezolanos, llegó a ser elogiado por el propio difunto Hugo Chávez como el conductor del programa “más importante de la Tv venezolana” y consultado en vivo y directo desde los ya legendarios “Aló Presidente”
En manos ahora de la Fiscalía General de la República está este caso, investigar a fondo no solo las acusaciones, sino la función de Sapo del G2 de Silva. ¿De qué tamaño será el expediente? ¿Llegará a haber investigación?
Aunque aún no podamos responder estas preguntas lo que si vemos es la cloaca de las inmundicias del régimen abierta por una de sus principales defensores. Habrá ahora organismo internacional o gobierno que se haga de la vista gorda… Seguramente, mientras la chequera de petrodólares funcione.

Pero lo más importante, es que la autodestrucción de lo nefasto viene de sus propias manos. Por el bien del país

Publicado en El Heraldo, Barranquilla, Colombia, 22/05/2013

Perdiendo el Equilibrio

Como confesión, quiero decirles que desde hace varios días quería escribir acerca del “equilibrio informativo”, esa frase que tanto se ha mencionado en Venezuela y que es el ‘coco’ de gobiernos en el mundo entero.
Hoy, cuando me siento a escribir esta líneas, aparece nuevamente un tema que, aunque no está muy alejado de lo que quería compartir, me vuelve a distraer de mi camino inicial, pero que muy oportuno es para darle más y mejor forma a mi intención final, que es y será la libertad de expresarse, sin tapujos ni cortapisas, sin bozal de arepas, como decimos en Venezuela, sin temor a ser agredidos ni censurados. Sin perder el trabajo y mucho menos la vida.
El tema que me distrae, y es efectivamente la palabra que quiero usar, es precisamente los cambios y despidos ocurridos recientemente en el canal de TV venezolano Globovisión, que siempre se caracterizó por llevar la voz y denuncias del muy numeroso pueblo que se opone al régimen que actualmente desvía (porque eso que hace el chavismo jamás podrá ser guía) los destinos de los venezolanos.
Sacados del aire personas claves de la programación, no nos cabe duda que como cuota pedida por el gobierno, para mantener al canal en el aire y sobre todo porque sus nuevos dueños son ‘amigos’ del régimen, según se deja saber a través de periodistas y personalidades mejor informados que yo y a los que muchos seguimos y creemos porque han dado muestras de tener siempre la información certera y verdadera.
Es por eso que, hablando de equilibrio, no deja de molestar, perturbar y sacar de quicio si se quiere, la absurda puesta en escena del gobierno Castro-comunista venezolano de pedir ese balance al único canal que se hacía eco de las centenares de denuncias, investigaba a fondo y mostraba el lado que el régimen siempre ha pretendido esconder.
Esta piedra en el zapata otorgaba al espectro comunicacional el tan cacareado equilibrio, con fundamento en la misión pura de periodista: hacer su trabajo.
Qué culpa tienen esos fieles trabajadores de que en el país sucedan más cosas malas que buenas, que el rumbo de la economía del país sea un precipicio profundo, que la violencia haya tomado las calles, que la escasez de hasta papel toilette angustie a los ciudadanos. Esas son las noticias que lamentablemente daba a conocer Globovisión, y justamente esas son las noticias que el régimen del heredero ilegítimo no quiere que se conozcan.
En sus reuniones para coordinar con los medios de comunicación, uno de los petitorios fue suprimir las noticias relacionadas con muertes violentas, por supuestamente fomentar esa misma violencia que la ineptitud gubernamental no puede frenar… ¡Sí, sí, así es como se gobierna!
Perdiendo el equilibrio, caerán por su propia ineptitud

 
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