Siempre que salgo a algún
recorrido, vengo con el corazón roto. No se si hoy me afecto otra vez, la gran
desasistencia de los venezolanos en Colombia, o la gran ingenuidad que muchos
dejan ver.
Hoy, como un día más, salimos a
verificar la situación en la que viven los compatriotas en la ciudad de
Barranquilla. Juan Carlos y yo somos, mas Rocío, los miembros fundadores de una
Sociedad sin Ánimos (Fines diríamos en Venezuela) de Lucro que se llama justamente
venezolanos en Barranquilla.
Desde hace años, y por iniciativa que devino
de reuniones “políticas” (entre comillas porque estas reuniones eran para
preparar las elecciones cunado pensábamos que por ahí era la cosa), nos dimos a
la tarea de al mismo tiempo hacer concentraciones publicas para hacer alertas a
nivel internacional de lo que estaba pasando en Venezuela y lo que estaba por
pasar. Ya hace varios años de esto. Hablamos con todo el que nos quiso oír y
con el que no, le enviamos sendos cartapacios con dossier de prensa y demás denuncias
documentadas de las violaciones de derechos humanos y lo que posiblemente, en
ese momento, evidenciábamos como una catástrofe que podía repercutir en
Colombia seriamente. Nadie nos creía, No vale no creo, pero en colombiano ¿Cómo
así? Insistíamos en que todo lo que en el país vecino pasare, nos repercutiría,
y esto vale como uds. quieran poner a que país vecino me refiero, aquí. Que se
tomaran las previsiones necesarias. Pero ya solo queda llorar sobre la leche
derramada.
Hoy las cifras oficiales arrojan que
en Barranquilla tenemos mas de 25 mil personas en situación de pobreza que
llegaron de Venezuela y hoy en un barrio muy conocido y popular de la ciudad, e
ese recorrido que hicimos con un organismo internacional, solo el 15% de las
personas que acudieron y que entrevistamos se había censado. Saquen ustedes.
las cuentas.
Pero la cuestión no se queda ahí. El nivel de desnutrición
con el que llegaron se ha transformado en mal nutrición. Huevos con arroz, es
la comida más fácil y más económica que hacen la mayoría 1 vez al día, comen
si, no las 3 comidas todos, la mayoría 2 comidas al día, sin ningún tipo de
balance nutricional. Muchos llegan enfermos, con enfermedades producidas por el
mal comer o no comer, con otras enfermedades que su país, Venezuela, no podía
curar, en la esperanza de poder sanar en un país del que le hablaron
maravillas, y en el que encontraron que las medicinas tampoco nacen en las
matas.
Hoy preguntamos, si habían venido
para quedarse y todos respondieron que sí, pero que se iban si en otro país la esperanza
de progreso era mejor. Solo la esperanza. Alguno mencionó Perú y justamente hoy
veía una noticia de marchas xenófobas en contra de los venezolanos en Lima. Por
eso pensé, qué ingenuidad la de este señor, solo quiere poder vivir
decentemente y su ilusión es ir donde alguien, cualquiera, le dice que se vive
mejor.
Muchísima miseria y necesidad
esta llegando. Muchos niños raquíticos de hambre. Muchos profesionales raquíticos
con hijos raquíticos añorando una bolsa de comida que los ayude a subsistir
mientras consiguen algún trabajo, de los que sea. Porque muchos hombres y mujeres
inteligentes y capaces se han venido, sin poder siquiera convalidad sus títulos
porque no hay cómo apostillar, les niegan la legalización de tan siquiera la
partida de nacimiento y esto lo se contado por ellos mismos. La vergüenza en
sus caras al recibir la bolsa de alimentos. La maestra que duerme en la calle
porque no tiene como pagar un techo.
Esa es la gran mayoría de los
migrantes que yo desde ahora voy a llamar refugiados
de la catástrofe venezolana.