miércoles, 14 de diciembre de 2011

Mas Violencia

Cada vez con más tristeza y rabia debo escribir mi líneas semanales, pero jamás porque no me guste el contacto con los lectores de los cuales ya tengo varios asiduos, con lo que incluso puedo jactarme de haber hecho un buena amistad. La razón son los graves acontecimientos con que esta humilde aspirante a escritora debe enfrentarse a la también grave dificultad, aun no superada, de teclear cada semana, a dos dedos cada párrafo que ustedes leen.
En principio armé mis líneas mentales en torno a la despenalización de las invasiones sentenciada por el Tribunal Supremo de Justicia venezolano, por lo no quiero ni imaginar las terribles repercusiones que esto pueda tener. Porque ahora si a cualquiera le provoca, puede hacerse de cualquier terreno, lote, pedazo de tierra, bienhechuría, apartamento, casa, fincan y largo, etc. sin que ello represente delito.
Pero ante la gravedad de este anuncio, otra vez, vuelven a golpearme incidentes que han afectado a los míos, muy de cerca, tan cerca que la indignación y la tristeza nos asaltaron, como esos cuatro hombres que entraron hace un par de días, una mañana, armados hasta los dientes, portando granadas y amenazando a todos, infantes, adultos y ancianos a casa de mis tíos en Maracay.
Este grupo armado, no contento con haber sometido a toda la familia, maltrataron a la señora que desde hace 40 años acompaña a mi tía encargándose de preparar los mas deliciosos manjares, para deleite de todos quienes acostumbrábamos a visitarlos con frecuencia. Una delicia al paladar cada platillo que esta viejita, muy malhumorada ya en sus años ancianos, seguía preparando, sin querer descansar de la labor que le había dado fama, cariño y techo por tanto tiempo.
Y fue así producto de los maltratos y el susto enorme que estos degenerados le produjeron, que apartando las pérdidas materiales, perdimos también sus recetas, sus manos diestras y sus regaños en la cocina.
Se fue Justa, producto de la violencia, la anarquía y la criminalidad, en su casa de siempre, donde encontró cariño y trabajo.
Así se están yendo muchos venezolanos, muchas madres lloran a sus hijos, muchos hijos a sus padres, muchos a sus amigos y la mayoría lloramos a Venezuela

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