Había una vez un país de
fantasía, gobernado por pajaritos y espíritus, que transmitían sus órdenes,
proclamas y decretos vía extrasensorial.
El Interlocutor de tales designios, heredero mayor del reino, se
empeñaba en traducir silbidos y gorgojeos, ante la mirada impávida de quienes
como el creían fervientemente en las disposiciones del emplumadito líder.
A pesar del empeño, el heredero
no logra distinguir la verdad de la mentira. Lo que tiene ante sus ojos le
parece de otro mundo. Ve con asombro cómo los pueblos de su reino heredado
carecen de agua, de luz. Pasea sus grandes ojos e inmensa humanidad, por
caminos polvorientos, pueblos fantasmas colmados de grandes edificaciones que
una vez fueron fábricas y no cabe en su
sorpresa. Que ha pasado aquí se dice ¿quién ha dejado todo esto en el abandono?
No es de extrañar su reacción
inicial. Él estuvo muchos años viajando, visitando otras latitudes, otros
países que le brindaban atenciones y suavidades. Llegaba a su tierra, entraba a
palacio se comunicaba con su jefe y partía raudo y veloz a “regalar” el fruto
cosechado en su tierra, plena de grandes riquezas. No importaba ver si atrás
había suficiente para todos.
¿Cómo ha pasado esto se pregunta
hoy? Los pajaritos trinan y le dicen sigue adelante. Pero se encuentra con la
gente, se sorprende con los reclamos, no entiende por qué no hay luz, ni agua
corriente ni comida… ¿Dónde estaba yo se pregunta?
En eso se enfurece, yo no tengo
la culpa se dice, yo no estaba aquí. Otros son los culpables, esos que no
tenían injerencia, los que no mandaban, esos que ahora me gritan que yo, que
siempre he estado cerca del jefe debo tener responsabilidad. Yo no fui -se dice
él- y grita a las activan masas que cada vez que pasa le corean las culpas.
Y se oyen más gritos, cada vez más
fuertes. Ya no queremos ser gobernados por pajaritos, ya no queremos
confundirnos con la geografía del heredero, que nunca estuvo, que regaló
nuestras riquezas, que no sabía que esas riquezas eran necesarias para que nos
llegara la luz a las casas, alimento a las mesas, medicina a los enfermos.
Eso es mentira! –grita el heredero- No soy yo el culpable.
Mis amigos no son los culpables, la culpa la tienen los que me gritan en la
cara esos errores. Los que en estos 3 lustros no han estado gobernando.
Hay corrupción le grita el
pueblo, matan a la gente, roban, no tenemos techo, no tenemos trabajo – Le
gritan las masas- aglomeradas alrededor de un joven flaquito, de unos 40 años,
que parece conocer bien las necesidades de la gente que lo acompaña.
Eso es mentira- insiste el
heredero- y si hay es porque roban otros no nosotros, hijos
del pajarito mayor.
- Nooo! Responden las masas,
ninguno de nosotros está “enfuchado” con el gobierno de los pajaritos.
Así transcurren
estos días de campaña electoral venezolana, como un cuento de fantasía, donde
los pajaritos hablan, donde la geografía se ve alterada por un candidato
oficial que desconoce a su país.
Los ojos de
pueblo se van abriendo, Nicolás no es Chávez y la gente se da cuenta, Venezuela
necesita una nueva dirección y esa está en las manos de Henrique Capriles, el
flaquito.
Las mentiras
saltan a la luz y le dan una bofetada a los responsables de 5 lustros de
desidia.
Venezolano, vota
por el progreso y por la verdad. Lo que los chavistas no hicieron en 15 años ya
no lo harán
1 comentarios:
Además de indiscutiblemente bella, sigues mostrando la inteligencia que distingue al mejor ejemplo de mujer venezolana. Exponer en forma de cuento de hadas una realidad adecuada a la pluma de Dante, matizarlo con la empatía de explicar al personaje y sus limitaciones, y no abandonar en ninguna línea la objetividad y el respeto, todo eso además de probar el justo elogio que te hago como mujer polifacética y emprendedora, revela que la calidad humana en nuestro país merece, tanto o más que sus otras riquezas y cualidades, que sigamos empeñados en liberarlo de la mediocridad que hoy sobresale pero que no lo representa. Un abrazo, Pilín. Gustavo (Lobigus)
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