miércoles, 31 de agosto de 2011

Difícil


Cada semana frente a la pantalla de mi computadora, trato de teclear con todos los dedos, cosa que aún no logro aprender y escribir para ustedes (y confieso que más para mi), reflexiones sobre mi patria a  la que amo y extraño y cada vez es más difícil, no solo porque la falta de habilidad que revelan mis torpes dedos en el teclado se une a mi escasa experiencia y nulo entrenamiento en el oficio de escribir, sino porque en mi interior quisiera con sincera ingenuidad, encontrar en la prensa venezolana mejores noticias, progresos en la economía, baja en los índices de inseguridad o noticias sobre soluciones a la escases de alimentos, viviendas, colegios , medicinas y largos y repetidos etc. y puntos suspensivos…
Me siento frente a la pantalla y busco incesantemente en cuanto medio electrónico me permita enterarme de los aconteceres venezolanos y encuentro un balance cada vez más desalentador. No se ve un solo indicio ó de intensión de fabricar un país de progreso. El derroche y la ineficiencia reinan en un país que se sostiene solo porque, bendición o maldición, el petróleo sigue soportando con altos precios, cada atormentada arremetida en contra de la salud económica y social del país.
Escribo lento, borro, leo, vuelvo a las páginas de los periódicos del día, en busca de eso que pueda dar una luz. Pongo mis esperanzas en el futuro, pero en otras manos, en otras ideas, pensamientos. Vuelvo a las teclas, lo pienso de nuevo, busco la solución mágica que no existe, me pongo plazos una vez que se logré recuperar el gobierno para que sea liderado por mentes plurales, abiertas sin dogmas, solo con un pensamiento fijo en la recuperación moral, económica, y social de un país al que se han empeñado en destruir y no de a poco, sino a trancazos duros y rápidos, lo poco bueno y decente que quedaba.
Vuelvo a buscar en mi interior esa luz de esperanza, que sustento no en una sola persona, sino en ese inmenso grupo de venezolanos inteligentes y decentes, pobres o ricos, con sensibilidad social, que luchan día a día, desde cada rincón de esa hermosa geografía.
Quisiera contarles de cada rincón hermoso de una patria generosa en belleza y recursos naturales, dedicarme a escribir sobre cosas bellas, pero sería irresponsable de mi parte obviar lo que destruye y socava a mi país.
Aprender a escribir es una de las habilidades que más me ha costado y creo estar muy lejos aún de lograrlo. A pesar de ser buena conversadora y lectora furibunda, me encuentro torpe ante las teclas, pero tengo esperanzas, claro que sí, no solo de aprender el oficio sino en un futuro mejor para Venezuela.
Mientras tanto seguiré escribiendo y borrando, aprendiendo y leyendo y siendo una voz crítica ante los absurdos, los desaciertos, el derroche de este y cualquier gobierno que pretenda destruir mi amada y soñada patria.

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