miércoles, 4 de abril de 2012

Tiempos de Dictadura 3

A principios del 1958, ya la dictadura del Marcos Pérez Jiménez estaba tambaleándose. El descontento y la represión estaban en aumento. A mi abuelo el Capitan  (de aviación civil) José Rodrigo Guerra, sin pedirlo, le toco jugar un papel muy importante (aunque anónimo hasta ahora) en los acontecimientos que luego se desencadenaron.
Como les contaba la semana pasada, con el avión ya en el aire, mi abuelo insistía en solicitar el plan de vuelo para entregar el “paquete” que era nada más y nada menos que el Director de la odiada Seguridad Nacional, Pedro Estrada.
 Era época de miedos, terror a ser preso en los calabozos de la temible policía política, donde se torturaba de maneras tan crueles que incluso conllevaron a la muerte a muchos disidentes.
Mi Pai (como siempre le dije a mi abuelo) nunca fue hombre de amilanarse frente a la adversidad, así que mandos en las manos insistía autoritariamente por el requerido plan. Por toda respuesta tuvo: “siga para Dominicana” y luego se devuelve, le contesta el funcionario con el arma desenfundada y apuntando alternativamente a mi Pai y a Estrada.
Consciente del peligro, no solo por un disparo accidental como intencional, Pai exige que se guarde el arma, a lo que el custodio del director de la SN le contesta: “haga lo que le digo o le pego un tiro ahorita mismo”. Mi abuelo en el tono más irónico posible lo increpa: “máteme pues y nos morimos todos, recuerde que aquí el único piloto soy yo” y sin hacer pausa le dice: “siéntese y vaya agarrado que voy volando bajo porque no tengo mapas así que voy en vuelo visual”.
Calmados un poco los ánimos es el turno de Estrada, quien temiendo una traición de “Chapita” (para quien realizó múltiples trabajos de espionaje) le pide a mi abuelo que cambie la ruta y lo deje en Puerto Rico, donde tenía amistades que lo podían ayudar. A esta solicitud mi Pai solo contesta: “le garantizo su vida con la mía, pero en el cargo fue dejarlo en República Dominicana y allá va ud”.
Durante muchos años mi abuelo se negó a hablar abiertamente de este episodio, sintiéndose tal vez culpable o cómplice de quien durante tanto tiempo hizo tanto daño. Mi abuela quien fue siempre un motor para sembrar ideas, lo convenció, no sin mucho esfuerzo, que estando la vida de ella y mi mamá en peligro, no pudo hacer otra cosa, recordando la imagen que el pudo llevarse, al despegar aquel avión Douglas DC-3, de su familia rodeada de uniformados con armas apuntándoles a la cabeza.
 Convencido tal vez de esto o quizás ya en su vejes los años implacables hicieron lo suyo, me contaba el mismo ( porque todo lo anterior fueron relatos de mi Ñita), que ya en tierra Estrada se le acerca nuevamente y le ofrece un maletín, que al mejor estilo hollywoodense, abre mostrándose repleto de billetes verdes y le dice: “tome capi esto en agradecimiento por salvar mi vida” pero mi abuelo más serio aun que antes (me contó que ofendido por el gesto) le contesta: “yo solo cumplía órdenes”
No volvieron a cruzar miradas ni menos palabras.
Años después, el gesto pretende repetirse…

1 comentarios:

cachy dijo...

Excelente!! Hijita. Todavía recuerdo los de Seguridad Nacional de aquí para allá, nerviosismo, sobre el capo del Oldsmobile por un lado y otro apostados sus armas largas, yo tena 13 años y como a 300mts el Douglas (avión) con varios hombres de civil todos armados y muchos carros
Yo recuerdo en nubes que hubo una confusión y disparos, no se
El porqué, Después fuimos escoltadas hasta nuestra casa.
Cachy
Hija de Capi Guerra

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