martes, 10 de abril de 2012

Tiempos de Dictadura 4


Finales de los años 60's, ya en Venezuela la democracia se había instalado y los venezolanos nos acostumbrábamos cada vez más a ella.
Mis abuelos ya estaban retirados de toda actividad profesional y/o política, dado que en los años que siguieron luego de la Dictadura de Pérez Jiménez, ellos colaboraron económica y personalmente en las campañas de los candidatos del partido COPEI, mientras que mi papá y mi mamá simpatizaban mas con el pensamiento de Acción Democrática (AD), sin que aquello se convirtiera en rupturas ni pleitos familiares…cosas que tienen las democracias verdaderas.
Pensando en descansar de tan agitada vida, planearon un viaje por Euryopa. Mi abuelo que había sido piloto de la aerolínea Aeropostal, en su división internacional, que luego se convertiría en la ahora desaparecida VIASA, contaba con jugosos descuentos en pasajes y con muchos amigos en todas partes del mundo, producto no solo del trabajo sino de años de ayuda a la disidencia venezolana que había dejado muchos exiliados.
Queriendo no solo conocer más mundo sino saludar aquellas caras amigas, emprenden viaje con primera parada en Paris.
Al llegar al aeropuerto, son recibidos sorpresivamente a la puerta del avión y sin siquiera cruzar inmigración, son conducidos muy gentilmente por funcionarios que los hacen esperar en una sala muy cómodamente acondicionada.
Al cabo de no más de media hora los mismos funcionarios les piden los acompañen. Mi abuelo que solo hablaba español, le pide a mi abuela (que se defendía en varios idiomas y hablaba perfecto inglés) que pregunte qué pasa.
Cuenta mi Ñita que ella recurre a su poco francés y vuelve a preguntar que por que está siendo tratados de manera especial. Los funcionarios -me contaron mis viejitos- al verles la cara de preocupación y cómplices de lo que ya sabrán, les dicen que no hay de que preocuparse que ellos son huéspedes bienvenidos.
Sin entender mucho pero al ver que ya su equipaje está siendo montado en un carro, ellos agradecen las atenciones y aunque extrañados le dan la dirección de su hotel al chofer. ( por aquellos tiempos la confianza era intrínseca)
El chofer los conduce hasta su hotel y son recibidos de manera similar. Todo estaba dispuesto esperándolos. Mi Ñita le comentó a Pai en forma de chiste que “los franceses sin son pomposos, todo lo hacen como si uno es un presidente”
La sorpresa mayor es cuando llegan a la habitación que resultó ser una suite enorme, con un ramo de rosas blancas “las mas grandes que yo había visto”- me dijo mi viejita- en la mesa de centro del recibo de aquella exageración. Mi abuela ahora si reclama al Bell Boy que los acompaña, que debe estar equivocado, que esa no es la habitación que ellos reservaron.
El muchacho le dice que no, colocó las maletas en su sitio, les entregó la llave y sin esperar propina se va.
Tan curiosa como extrañada mi Ñita se dirige al ramo y ve la tarjeta que está en el. Decía algo como: Gracias Capitán, todo corre por mi cuenta” y estaba firmada solo por Pedro.
Enseguida supieron que se trataba de Pedro Estrada, que ya gozaba de un alto cargo en la Interpol.
Tan pronto como leyeron, tomaron las maletas bajaron al lobby agradecieron las atenciones y dejaron otra nota para ser entregada al Monsieur Pedro… “Gracias Don Pedro, solo cumplía órdenes” firma: Cap J Guerra…
Cambiaron de hotel y de país al día siguiente…

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