Aquí estoy jugando solitario. Pensando, se me van las horas.
Me equivoco pero no me importa, pero es electrónico, el solitario, no es el
viejo juego de las cartas que ya gastadas
volvían una y otra vez a la mesa.
Se me van los
pensamientos y me corren las lágrimas, solas, sin llanto. Me excuso, es alergia
digo. Yo solo sé que es tristeza. Me paro y escribo. No puedo leer, perdí el
hábito hace meses. No me concentro ni en mi favorito García Márquez, que antes releía ansiosa como
la primera vez.
Es que esto de vivir
en otro país, de mudarte a otro país en la madurez de tu vida, no debe ser fácil
para nadie y menos para mí. No tengo nada que hacer, cojo el teléfono, ahí
tengo el juego, ahora los juegos son electrónicos, el periódico es electrónico.
Las noticias son electrónicas pero no distantes.
No me despego de las
noticias, las veo , las leo. Eso sí leo noticia de mi país. Que siento cada vez
más lejos. Será que este lo voy a sentir mío alguna vez. Ya los lugares se van haciendo
cotidianos, no así las historias de esta nueva ciudad. No conozco los viejos
nombres de sus calles, como conocía los de mi querida Maracay, a las limpias y
hermosas tardes del Ávila cualquier mes de diciembre caraqueño. Esas historias
si las conozco. Esas calles las vi crecer, hacerse, estirarse como a mis hijos
Aquí no conozco, no
sé. No me gusta no conocer no saber. Trato, pregunto, indago. Nadie es mi
familia así que no hay historias donde haya alguien de mi familia, aunque sea
de testigo. Que lo cuente en primera persona.
Somos extranjeros en una ciudad amable. Me siento ajena
cuando me abren los brazos para recibirme. Porque deben recibirme. No soy yo la
que recibo. Soy malagradecida? No me sale ser feliz aquí. No me falta nada y me
faltan todos, hasta problemas me hacen falta. Los cotidianos.
Yo si sabía, allá en
Maracay o en Caracas. Dónde ir, dónde comprar, qué hacer, dónde buscar, con quién
hablar. Yo me sabía los dóndes y cómos. Cerca de los también me los sabía. El apellido,
la casa vieja, la nueva, por donde pasaba, hasta donde no llegaba.
Ahora pregunto, dónde
queda, por dónde es, quiénes son o quiénes eran.
El calor me mata. Siento
que este calor no es mío. Maracay es caliente y ese si se parecía. Aquí sudo y
no me gusta. Allá salía a caminar para sudar un poco.
Aquí me extingo, allá
vivía..