miércoles, 26 de junio de 2013

Jugando solitario

Aquí estoy jugando solitario. Pensando, se me van las horas. Me equivoco pero no me importa, pero es electrónico, el solitario, no es el viejo juego de las cartas que ya gastadas  volvían una y otra vez a la mesa.

 Se me van los pensamientos y me corren las lágrimas, solas, sin llanto. Me excuso, es alergia digo. Yo solo sé que es tristeza. Me paro y escribo. No puedo leer, perdí el hábito hace meses. No me concentro ni en mi favorito  García Márquez, que antes releía ansiosa como la primera vez.
 Es que esto de vivir en otro país, de mudarte a otro país en la madurez de tu vida, no debe ser fácil para nadie y menos para mí. No tengo nada que hacer, cojo el teléfono, ahí tengo el juego, ahora los juegos son electrónicos, el periódico es electrónico. Las noticias son electrónicas pero no distantes.
 No me despego de las noticias, las veo , las leo. Eso sí leo noticia de mi país. Que siento cada vez más lejos. Será que este lo voy a sentir mío alguna vez. Ya los lugares se van haciendo cotidianos, no así las historias de esta nueva ciudad. No conozco los viejos nombres de sus calles, como conocía los de mi querida Maracay, a las limpias y hermosas tardes del Ávila cualquier mes de diciembre caraqueño. Esas historias si las conozco. Esas calles las vi crecer, hacerse, estirarse como a mis hijos
 Aquí no conozco, no sé. No me gusta no conocer no saber. Trato, pregunto, indago. Nadie es mi familia así que no hay historias donde haya alguien de mi familia, aunque sea de testigo. Que lo cuente en primera persona.
Somos extranjeros en una ciudad amable. Me siento ajena cuando me abren los brazos para recibirme. Porque deben recibirme. No soy yo la que recibo. Soy malagradecida? No me sale ser feliz aquí. No me falta nada y me faltan todos, hasta problemas me hacen falta. Los cotidianos.
 Yo si sabía, allá en Maracay o en Caracas. Dónde ir, dónde comprar, qué hacer, dónde buscar, con quién hablar. Yo me sabía los dóndes y cómos. Cerca de los también me los sabía. El apellido, la casa vieja, la nueva, por donde pasaba, hasta donde no llegaba.
 Ahora pregunto, dónde queda, por dónde es, quiénes son o quiénes eran.
 El calor me mata. Siento que este calor no es mío. Maracay es caliente y ese si se parecía. Aquí sudo y no me gusta. Allá salía a caminar para sudar un poco.

 Aquí me extingo, allá vivía..

2 comentarios:

@opsensei965 dijo...

Es un aprendizaje que nos toca vivir a todos los que debimos dejar la tierra que nos vio nacer y crecer,por el simple hecho de pensar diferente o por supervivencia en la mayoria de los casos.Dejar familia, amigos, historias, olores, sabores, costumbres y todo ese conjunto de recuerdos y afectos que nos llenaron una etapa de nuestra vida es un complejo proceso que requiere lo mejor de nosotros por nuestra estabilidad emocional y la de los que nos acompanan en esta nueva etapa de vida.

Este exilio forzado, tambien nos ensena a valorar cada minuto, cada encuentro con nuestros seres queridos, nos hace comprender que no somos los unicos que dejamos ese cordon umbilical y que es una oportunidad de brindar lo mejor de nosotros, nunca llevaremos una cruz que no podamos cargar, a sabiendas que la incertidumbre nos visita a cada instante en esa nueva tierra que nos acoje como sus hijos y que debemos ser agradecidos con ellas y su gente. Son muchas las experiencias que nos faltan como inmigrantes y miles las reflexiones que llevaremos a la almohada cada noche.

Si el creador nos puso en el camino esta exigente prueba, esta seguro que no le fallaremos, aunque en el momento, no seamos capaces de comprenderlo.

Leo con frecuencia tu blog, te felicito de corazon y soy un venezolano orgulloso de saber que nuestra tierra cuenta con mujeres valiosas y de guaramo como tu, que Dios y La Chinita te llenen de bendiciones a ti y a todos tus seres queridos.

Siempre a tus gratas ordenes y sigue escribiendo que llega al alma.

Jealma dijo...

Los cambios forman parte de nuestra vida diaria. Algunas veces los introducimos nosotros mismos y otras veces nos son impuestos por variables que están fuera de nuestro control. Sin embargo, ante los cambios, lo importante no es enfrentarse sino adaptarse a ellos para buscar siempre el equilibrio de nuestra alma y de nuestras prioridades.

Resisitirse al cambio sólo nos lleva a vivir en el pasado mientras soñamos un futuro quimérico negando nuestro presente.

Como venezolano en el exilio, también viví la etapa pesimista de la negación y de la frustración. También viví la época de la resignación. Más tarde, consciente o inconscientemente, superé la fase de la adaptación para finalmente llegar hasta la superación de mis ansiedades, añoranzas y temores.

No te recomiendo que olvides tu pasado, tampoco te pido que dejes de soñar. Sólo te sugiero que te abras al cambio para que tu tránsito desde la negación hasta la superación sea lo más corto y fructífero para tí y para quienes dependen de tí.

No olvidemos que todos aprendimos a caernos antes de aprender a caminar. Sigue adelante con nuevas ideas y con nuevos proyectos que hagan renacer en tí la ilusión de vivir. Verás que no estás sola, que conocerás personas maravillosas y que vivirás experiencias enriquecedoras que harán nuevamente de tí una persona exitosa.

Esta oportunidad que se presenta ante tí, es también una ocasión para demostrarte a tí misma de qué madera estás hecha. Yo pienso que tienes mucho de roble y de cedro.

Que Dios te bendiga y te permita ver los pequeños detalles que nos demuestran que la vida es bella y que cada día hay que vivirlo con plenitud.

Gracias por compartirnos tus pensamientos

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