Tal vez en esta
oportunidad no logre sintetizar las emociones encontradas de este día, no solo
porque de tristeza se trate, mas si de mucha alegría.
Así me salió y
sin mucho pensarlo, estas primera líneas, porque mi hijo menor parte hoy a otro
país y aunque por pocos meses, va llevado por su desempeño universitario pero
también por la oportunidad que le brindó una universidad colombiana para tener
acceso a mejores y más avanzados sistemas de estudio y aprendizaje.
Aun recuerdo aquellos días en que tomamos la
decisión de partir de nuestro hogar en Caracas donde habíamos vivido por varios
años. Fue la misma época en que mi hijo menor debía seleccionar universidades.
Su ilusión la USB (Universidad Simón Bolívar, la venezolana).
Recuerdo que ya
la situación era insostenible, mi hijo segundo ya estudiaba en Bogotá, el mayor
ya avanzado en otra universidad caraqueña, nos miraba sin creer lo que
finalmente pasó, nos mudamos.
Mi muchachito
chiquito hizo todo lo que tenía que hacer, presentó sus pruebas de admisión en
las 3 casas de estudio seleccionadas y lo aceptaron en las 3. Pero junto con
las listas de admitidos llegaron los pasajes para el viaje: “nos vamos a ver
casas y a una entrevista en Barranquilla en la universidad de allá”. No muy
convencido hace el viaje con nosotros.
Hoy ya en la
recta final de su carrera, entusiasmado y aun convencido de que eso es lo que
siempre quiso hacer, recuerda los días en que casi pide que lo dejen en Caracas
y graduarse allá.
Hoy estamos en Colombia, país que nos recibió
con los brazos abiertos pero que hace 20 años solo visitábamos de paseo, sin
imaginarnos jamás que aquí viviríamos y mucho menos que una Venezuela de
grandes oportunidades y enorme crecimiento se haya visto convertida en un país
de políticas retrógradas, de corrupción descarada, de crímenes a diestra y siniestra
y de gobernantes golpistas.
Hoy podría haber tal vez contado con orgullo
que fue la USB (de Carcas Venezuela) quién le dio la oportunidad a mi muchacho.
Igual seguiré contando con orgullo los logros
que cada uno de mis hijos consiguió. Mi hijo mayor, a costa de todo, de
sacrificios y soledades, celebrará en los próximos días su grado, en su alma
mater la UCAB, en Caracas. Mi segundo celebró el año pasado el propio, con la alegría
de quien a costa también de grandes sacrificios y en una ciudad ajena, triunfa
por encima de las vicisitudes.
Y hoy te digo
patria mía: Ahí te entrego Venezuela, mis tres hijos que son tus hijos, porque
son venezolanos que ojalá un día muy cercano puedan volver a reconstruir sus
raíces y ayudar a su generación a devolverle la prosperidad y el orgullo a la
nación que los vio nacer.