miércoles, 31 de julio de 2013

Recordando II

Comencé a escribir otra cosa, sentada y juiciosa, haciendo mi cola para hacerme un examen médico.
Comencé a escribir de las cosas que pasan en Venezuela y que afectan los servicios de prestación de salud. Me enredé en una de dólares, insumos y escasez, las mismas cosas que semana tras semana he denunciado y que aún no encuentran luz.
Pero por esas cosas que solo Dios sabe cómo lo hace, al mismo tiempo recibo unos hermosos y alentadores mensajes de mis queridas amigas, por mi escrito de la semana pasada.
En esto, cada una me describía no solo lo que atesoraba, sino también algunos recuerdos de esos de las abuelas adoradas que sorteando dificultades, levantaron familias enormes, como se veían en otros tiempos.
Mi abuela, mi Ñita (la del baúl) venía de una de esas grandes y numerosas familias, pero la suya propia fue muy pequeñita, me imagino que eso permitió que sus aventuras de niña no se pagaran con la madurez y el compromiso de decena de hijos. Es así como sirviendo vinos en fiestas, en su propia casa, a personalidades de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se enteraba de cosas, que, rauda y veloz, trasmitía a sus amigos del partido social cristiano Copei, o a sus hermanos militantes de Acción Democrática, grandes luchadores contra el sistema.
Y mientras servía estos licores y canapés, imprimía volantes contra el régimen, en el sótano de esa misma casa, que más tarde repartía en el centro de Caracas a través de un dispositivo instalado en el fondo de su carro.
Fue por esta militancia de mis tíos abuelos que Rubén, el mayor, cayó preso y fue torturado en la cárcel de la temida Seguridad Nacional, y es también como, valiéndose mi Ñita de sus ‘amistades’ de coctel, logra el salvoconducto que le salva la vida con un exilio en México.
Esa mujer, mi Ñita, la de los viajes, la de los cuentos infantiles, que con sus propias manos imprimía panfletos en contra del régimen opresor, que oía en su radio especial (instalado en el mismo sótano conspirador) las transmisiones de la policía política del régimen y llamaba a sus verdaderos amigos, a esos ahora mártires de la dictadura, para ayudar, desde sus posibilidades, a derrocar el régimen que gracias a Dios ya la historia juzgó y condenó.
Hoy, recordando sus luchas, sus lágrimas, las de mis tíos, las de mi suegro, seguiré honrando esa herencia, y desde estas letras lucharé por recuperar el país de libertades que ellos, los míos, los de todos, lograron para nosotros los venezolanos.

1 comentarios:

cachy dijo...

Sin palabras hija, yo recuerdo todo eso, tenìa yo 14,
mi mami y yo saliamos en la madrugada a Maracay a llevar los panfletos, y mi papi conmigo y mi mami por el avòn un Cesna 310, con el carnet que le dio Pedro Estrada jefe de la Seguridad Nacional, yo recuerdo ese pasado, pasabamos 24/31 de Diciembre en El Paraiso en la casa de su mamà Doña Adela, recuerdo cuando mataron a Carlos Delgado Chalbaud

Publicar un comentario

 
Powered by Blogger