miércoles, 23 de enero de 2013

En Primera Persona


Hace poco en un encuentro, cabe decir que ameno y con una discusión de altura, debo volver a reclamar una afirmación que se me hizo a mí en lo personal, que aparte de no ser cierta, me pareció más una acusación que un conocimiento cierto, de las realidades de mi país, que tenía mi interlocutor.
Hablando de Venezuela, por supuesto, y cuando refería las peripecias que mi mamá, mi suegra y mis cuñados hacen para conseguir algunos productos que escasean, cada vez con más intensidad, el ilustre otro invitado en el diálogo formuló una frase que decía -parafraseándolo-: “si a mí un alumno me responde diciendo que lo sabe por un amigo, yo le pongo cero”, a lo que yo le contesté ( y le refuté), si bien me lo dijo mi mamá, ella no se puede considerar en términos prácticos un tercero, si soy yo la que le envía cuando puede harina, azúcar, medicamentos.
Que cuando mi hijo mayor aún vivía en Caracas me veía a vapores para enviarle un medicamento que no podía dejar de tomar y el cual ya no se consigue en Venezuela. Que cuando me llaman los amigos y familiares para que envíe anticonvulsivos, o medicamentos para la tiroides, o los simples antigripales porque no se consiguen, no me lo dice un tercero, los compro yo misma y me veo angustiada para hacerlos llegar a tiempo y que ellos puedan cumplir su tratamiento. Eso no es mas primera persona, porque no se puede estar más involucrado con las realidades del país.
A la pregunta que le hizo nuestro gentil moderador si él vio algo de esto en su visita a Caracas, el no ocultó la verdad. Solo fue de visita y no puedo constatar ninguna de estas realidades.
No por eso la cordialidad dejo la mesa de discusión.
A mis coterráneos que viven en el exterior desde aquí mi solidaridad, puesto que jamás han abandonado su tierra porque se lleva en el corazón, porque estamos pendientes de cada noticia, cada cambio, cada muerto, cada lluvia, cada pueblo en sus alegría y tristezas.
Cada vez que se nos acusa de no vivir la realidad de nuestro país de carne y hueso, se les olvida que en allá en el pueblo natal esta la mamá que llama cada vez que puede y te cuenta sus vicisitudes, o el hermano que te cuenta angustiado que lo asaltaron o el primo que no consigue trabajo o teniendo trabajo no consigue por ejemplo pollo, o papel toilette, o azúcar, para llevar a la casa.
En este mundo globalizado, es aún más difícil no estar conectado, no saber del terruño, no hablar con el primo, el tío, el amigo y con mamá que siempre te va a contar la verdad

1 comentarios:

cachy dijo...

Si, es lA crUda realidad. Gente pEleando no;arrancandose el pan,Pollo,mantequilla y pare de contar, yo lo he visto en pelicula de la guerrA.......pero en vivo, SENORES ASUSTA!!!! Y al bajar la tarde los quE pUeden se recojen a las 5 pm. CAChy leon

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